busca del Apóstol. A la sazón los cristianos, cuyo número ya no era considerable, le habían ocultado empeñosamente, aún de los demás hermanos, por temor de que alguno, por debilidad ú otra causa, pudiera descubrirle voluntaria ó involuntariamente.
Vinicio, en medio de la general confusión y el desastre, y ocupado exclusivamente de sus tentativas por sacar á Ligia de la prisión, había perdido de vista á Pedro y desde el dia del bautismo hasta el del principio de las persecuciones, apenas si le había encontrado una vez.
Recurrió, pues, al cantero en cuya cabaña recibiera el bautismo y por él supo que habría en breve una reunión fuera de la Puerta Salaria, en un viñedo perteneciente á Cornelio Pudencio.
El cantero ofreció acompañarle y le aseguró que allí encontraría á Pedro.
Partieron al obscurecer, salvaron las murallas y después de haber pasado por unas excavaciones ocultas entre espeBos cañaverales, llegaron á la viña, que estaba situada en un lugar aislado y yermo.
La reunión se verificaba en un sotechado que servía de bodega de vinos.
A medida que se acercaba el joven tribuno, iba llegando á sus oídos un murmurio de plegarias.
Y al entrar vió á la tenue claridad de una lámpara unas cuantas docenas de personas de rodillas y abstraídas en la oración.
Rezaban á la sazón una especie de letania; y un coro de voces de individuos de ambos sexos iba repitiendo de instante en instante: «Cristo, ten piedad de nosotros».
Y en esas voces advertíanse infleccones de profunda tristeza.
Pedro se hallaba presente.
Estaba arrodillado á la cabeza de los demás, delante de una cruz de madera clavada en la pared de la estancia, y oraba.