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QUO VADIS

Y hubo un intermedio de reposo, el cual, por orden del César omnipotente fué convertido en un banquete. Quemáronse perfumes en vasos y pebeteros. De los rociadores brotó una fina aspersión de agua de azafrán y de violeta, que caía sobre las cabezas de los espectadores.

Sirviéronse bebidas refrescantes, carnes asadas, dulces, vino, aceitunas y frutas.

El pueblo devoraba, hablaba y prorrumpía en aclamaciones al César, á fin de dar aun mayores estímulos á su munificencia.

Satisfechos el hambre y la sed, centenares de esclavos se adelantaron conduciendo en torno del anfiteatro canastas llenas de obsequios. De ellas, multitud de muchachos en trajes de Cupidos iban extrayendo objetos varios y arrojándolos á manos llenas por entre los asientos de los espectadores.

Al darse principio á la distribución de billetes de lotería empezó una verdadera batalla. La plebe se agolpaba, y se daban de golpes y pisotones, y prorrumpían en gritos de auxilio, y saltaban por sobre las filas de asientos, y se ahogaban en medio de una tremenda apretura.

Lo cual se explicaba considerando que el individuo á quien tocase en suerte un número ganador, podía por ventura llegar á ser dueño de una casa con jardín, de un esclavo, de un espléndido traje ó de una fiera, que podía en seguida vender para el mismo anfiteatro.

Por esta razón, mientras duraban dichas distribuciones, ocurrían tales disturbios, que con frecuencia veíanse los pretorianos en la necesidad de intervenir.

A menudo también después de cada distribución era menester sacar del anfiteatro á individuos con las piernas ó los brazos rotos, y algunos hasta solían morir aplastados en medio de aquellos tumultos.

Pero los ricos no tomaban parte en esta pugna por los tesserae (billetes.) A la sazón los augustanos estaban ocupándose en mirar