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QUO VADIS

Al oír esto Vinicio, resolvió dar aviso al Apostol. Esa misma noche él y Ursus vistieron sendos mantos gálicos y se dirigieron á la casa de Miriam, en donde Pedro vivia.

Se hallaba dicha casa en el extremo del barrio del TransTiber, al pie del Janículo.

En el camino observaron que varias habitaciones habían sido ya rodeadas por soldados á quienes guíaban personas desconocidas.

En aquel barrio de la ciudad cundía la alarma y en algunos sitios veíanse ya reunidos grupos de curiosos. Y aquí y allí había centuriones que preguntaban por Simón Pedro y por Pablo de Tarso.

Ursus y Vinicio adelantáronse á los soldados y llegaron sin contratiempo á la casa de Miriam, en la cual hallaron á Pedro rodeado de un puñado de fieles. Timoteo, el compañero de Pablo, y Lino, estaban al lado del Apostol.

Al oir la noticia del inminente peligro, Nazario los condujo a todos por un pasadizo oculto á la puerta del jardín y de allí á unas canteras desiertas que se hallaban á unos cuantos centenares de yardas de distancia de la puerta del Janiculo.

Ursus tuvo que llevar en brazos á Lino, cuyos huesos habían sido rotos durante la tortura que le infligieron y que se hallaba, en consecuencia, inválido.

Pero una vez que se hubieron visto en la cantera, sintiéronse en sitio seguro; y á la luz de una antorcha encendida por Nazario empezaron á discurrir en voz baja acerca de la mejor manera de poner á salvo la existencia del Apostol, que les era tan querida.

—Señor,—dijo Vinicio, deja que Nazario te conduzcaal rayar el alba, á los Montes Albanos.

Allí me reuniré contigo y te llevaremos á Ancio, en donde me aguarda un barco que nos ha de conducir á Nápoles y de alli á Sicilia. Y benditos serán el día y la hora en que tú penetres en mi casa y bendigas mi hogar.