Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/69

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
67
QUO VADIS

á quien tú mismo llamaste «Aurora y Primavera?» Recuerdas á esa Psyché incomparable, á la más linda de todas nuestras virgenes y de todas nuestras diosas?

Prtronio le miró atónito y con aire que demostraba ciertas dudas acerca del estado mental de su sobrino.

—¿De quién hablas?—preguntó por fin.—Por cierto que recuerdo á Ligia.

—Soy su prometido esposo.

—¡Quél Pero Vinicio púsose de pié de un salto, y llamando á su madordomo, dijo: —Que todos los esclavos vengan al punto, á mi presencia sin exceptuar uno solo!

—¿Tú eres su prometido esposo?—repitió Petronio.

Y antes de que se hubiera repuesto de su asombro, el inmenso atrium se vió invadido por un numeroso enjambre de gente. Había entre ellos, ancianos trémulos, hombresen todo el vigor de la edad, mujeres, muchachos y niñas.

A cada momento ibase llenando más y más el atrium; en los corredores, denominados «fauces,» dejábanse oir voces que hacían llamamientos en idiomas diversos. Todos tomaron finalmente sus respectivas colocaciones, en filas á lo largo de las murallas, y por entre las columnas.

Vinicio, de pie cerca del impluvium, volvióse entonces á Demas, el liberto, y dijo: —Todos los que hayan servido veinte años en mi casa, deberán presentarse mañana ante el pretor, á fin de que se les otorgue la libertad; los que no hayan cumplido ese tiempo, recibitán tres piezas de oro cada uno y dobles raciones por espacio de una semana. Enviarás á las prisiones rurales, una orden de indulto general: caigan los grillos de los pies de los presos y déseles suficiente alimento.

Sabed todos, que el día de hoy, es para mí, un día de felicidad, y quiero que reine la alegría en mi casa.

Por espacio de un momento, los esclavos guardaron si-