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QUO VADIS

también él fué quien primero extendió hacia ti las manos para bendecirte..

Y yo, amada mía, he deseado que te hallaras presente en mi bautismo, y quiero que sea Pomponia mi madrina.

Esta es la razón porque no me he bautizado aún, si bien creo en el Salvador y en sus enseñanzas.

Pablo me ha convencido, me ha convertido. ¿Y cómo podría ser de otra manera?

¿Cómo no habría yo de creer que Cristo vino al mundo, puesto que lo ha dicho aquel que fué su discípulo y lo ha dicho Pablo, á quien El se apareció?

¿Cómo no creerlo Dios, sabiendo que se levantó de entre los muertos?

Otros le vieron en la ciudad, y en el lago, y sobre la montaña; y le vieron gentes cuyos labios no nunca manchó mentira.

Y esto mismo empecé yo á creer desde la primera vez que escuché á Pedro en Ostrianum, porque á la sazón me dije: «En todo el mundo cualquiera otro hombre podría mentir, menos este, que dice: «Yo lo vi.s Pero entonces me amedrentaba tu religión.

Parecíame que ella te alejaría de mí.

Y dudaba de que en ella hubiera sabiduría, belleza ó felidad.

Más, hoy la conozco, ¿y qué clase de hombre seria yo, si no quisiera que la verdad reinase en el mundo, en vez de la mentira, el amor en vez del odio, la virtud en vez del crimen, el perdón en lugar de la venganza?

¿Qué clase de hombie sería en el propio caso mío, quien no deseara y eligiera esto mismo? Y son esos los principios de tu religión. Hay otras que también proclaman la justicia; pero tu religión es la única que infiltra esa justicia en el corazón humano y lo vuelve puro, como el tuyo y el de Pomponia; y vuelve al alma noble y leal, como la de Pomponia y la tuya. Ciego sería yo si tal no viese.

Tomo 11