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QUO VADIS

Se le respondió que hacia un hermoso tiempo: que una ligera brisa soplaba de los Montes Albanos, y que el joyero no había parecido por allí. Petronio volvió á cerrar los ojos é iba á ordenar que lo trasladasen al tepidarium, (baño de agua tibia), cuando, levantando las cortinas, el nomenclator anunció que Marco Vinicio estaba allí.

Petronio ordenó que llevasen al visitante al tepidarium, donde se hizo conducir acto continuo.

Vinicio era hijo de su hermana mayor, que habiase casado con un Marco Vinicio, personaje consular del tiempo de Tiberio. El joven, al presente, servia á las órdenes de Corbulón, contra los partos, y terminada la guerra, había vuelto á Roma. Petronio tenía por este joven cierta predilección: pues Marcos era de nobles formas y cuerpo de atleta, y sabía, aún en sus momentos de orgía, conservar, según las mejores reglas estéticas, aquel justo medio que Petronio apreciaba sobre todas las cosas.

—¡Salud, Petroniol—dijo el joven,—¡Qué los dioses te colmen con sus favores muy especialmente Asclepia y Cypris![1]

—¡Sé el bienvenido, y que el reposo te sea dulce después de la guerral—respondió Petronio, sacando su mano por entre los pliegues del delicado tejido de kirbaso[2] en que estaba envuelto,—¿Qué novedades hay entre los armenios? Duronte tu permanencia en Asia ¿has tenido ocasión de ir á Bitinia?

Petronio, muy famoso por sus gustos afeminados y su amor á los placeres, había sido tiempo atrás gobernador de la Bitinia, un gobernador enérgico y justo. Por este motivo recordaba con gusto aquella época; entonces probó que hubiera podido y sabido brillar, si tal hubiese sido su intención.

—Fuí hasta Heraclea á llevarle refuerzos á Corbulón,—respondió Vinicio.


  1. Lino finisimo que se encontraba en España según Plinio.
  2. Esculapio y Venus.