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QUO VADIS

Yo ante todo fuí esclava.

Pero no por esto se calmó la cólera de Vinicio. El César le había dado á Ligia; no necesitaba, pues, inquirir cuál había sido su anterior condición. La buscaría y la encontraría, aunque estuviera debajo de la tierra, y dispondría de ella á su antojo ¡Así lo haría en verdad! Sería ella su concubina. Ordenaría que la flajelaran cuantas veces le viniera en voluntad. Y si llegaba á serle desagradable, la daría al último de sus esclavos ó la enviaría á dar vueltas á un molino en sus tierras de Africal Sí, la buscaría hasta sacarla de su escondite, sólo para humillarla, para pisotearla, para rendirla!

Y aumentando su excitación por grados, fué á la vezperdiendo toda mesura hasta el punto de que la misma Actea comprendió que prometía más de lo que era dado ejecutar; que hablaba impulsado por el dolor y por la cólera. Pudo haber sentido compasión hacia él, pero vió agotarse su paciencia ante los extravagantes arranques del joven, y le preguntó por último á qué había venido.

A Vinicio, por de pronto, no le fué dable hallar una respuesta. Había venido á ver á Actea porque había querido, porque juzgaba que ella podría darle informes; pero en realidad su primera resolución había sido ver al César y no siendo esto posible, había ocurrido á ella. Ligia, al emprender la fuga, se oponía á la voluntad del César; así, pues, él solicitaría una orden suya para buscar á la joven en la ciudad, y en el imperio; aun cuando fuera necesario, para llevar á efecto ese propósito, emplear todas las legiones y allanar una por una todas las casas situadas dentro de los dominios de Roma. Petronio apoyaría esta petición y el registro empezaría desde aquel mismo día.

—Ten cuidado,—contestó Actea;—no vaya á suceder que la pierdas para siempre, por disposición del César, desde el momento en que la encuentres.

Vinicio frunció el ceño, y preguntó: —¿Qué quieres decir?