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QUO VADIS

á Petronio, el más sabio de los vivos, junto con el encargo de pedirle cubra mi jiba con un manto nuevo.

—¡Por Hecate Triformis! (triforme, tricéfala)—exclamó Petronio.—La respuesta bien merece un manto.

Pero la continuación de este diálogo fué interrumpida por el impetuoso Vinicio, quien preguntó bruscamente: —¿Te has formado una idea clara de la empresa que asumes?

—Cuando los miembros todos de dos nobles casas no hablan de otra cosa y cuando Roma entera repite la noticia, no es difícil saberla,—contestó Chilo.—Ante ayer noche fué interceptada una doncella cuyo nombre es Ligia, pero en especial Calina, y que había sido criada en la casa de Aulio Plaucio.

Tus esclavos joh señor! cuando se verificó el suceso, la conducían del palacio del César á tu insula.». Yo me comprometo á encontrarla en la ciudad; y si hubiera salido de la ciudad, lo que es poco probable,—á indicarte, noble tribuno, á donde ha huído y en qué sitio se halla oculta.

—Está bien,—dijo Vinicio, á quien agradó la precisión de esta respuesta.—¿Y con qué medios cuentas para hacer esto?

Chilo sonrió con malicia y dijo: —Tú tienes los medios, señor; yo solo poseo el ingenio.

Petronio sonrió á su vez: hallábase plenamente satisfe cho de su huésped.

—Ese hombre ha de encontrar á la joven,—pensó.

Entre tanto, Vinicio frunció sus unidas cejas y dijo: —Desdichado, si llegas á engañarme por codicia, daré orden de apalearte.

—Soy filósofo, señor, y un filósofo no es capaz de sentir el ansia de la recompensa, especialmente de la que con tal magnanimidad acabas de ofrecerme.

—¡Ah! ¿Eres tú filósofo?—preguntó Petronio.—Eunice