Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/169

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
161
QUO VADIS

me ha dicho que eres médico y adivino. ¿Dónde has conocido á Eunice?

—Ella acudió en demanda de mi auxilio, porque mi fama había llegado á sus oídos.

—¿De qué auxilio había menester?

—Para el amor, noble señor. Ella necesitaba ser curada de un amor no correspondido.

—¿Y la has curado?

—Hice algo más, señor. La di un amuleto que asegura la reciprocidad. En Pafos, en la isla de Chipre, hay un templo joh, señorl en el cual se conserva un cinturón de Vénus. La he dado dos hilos procedentes de ese cinturón, encerrados en una cáscara de almendra.

—¿Y te hiciste pagar bien por ello?

—Jamás puede pagarse suficientemente la reciprocidad en el amor y yo, que carezco de dos dedos en mi mano derecha, me veo obligado á juntar dinero para comprar un esclavo copista, á quien pueda encargar de la tarea de escribir mis pensamientos, conservando así el fruto de mi sabiduría para bien de la humanidad.

—¿A qué escuela perteneces, divino sabio?

—Señor, yo soy cínico, porque llevo un manto agujereado; soy estoico, porque soporto con paciencia la pobreza; soy peripatético, porque, como no poseo una litera, voy á pie de una tienda de vinos á la otra y en el camino enseño á todo aquel que promete pagarme el valor de un cántaro de vino.

—¿Y ante el cántaro te vuelves un retórico?

—Heráclito declara que todo es fluído: ¿podrías tú negar, señor, que el vino es fluido?

—Y ha declarado también que el fuego es una divinidad: por consiguiente la divinidad irradia en tu nariz.

—Pero, el divino Diógenes de Apolonia declaró que el aire es la esencia de las cosas, y mientras más cálido es el

Tomo I
11