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QUO VADIS

Vinicio estuvo á punto de saltar de la silla en que se hallaba sentado; pero Petronio le puso una mano en el hombro, y volviéndose á Chilo, le dijo: —Continual —¿Estás perfectamente seguro, señor, de que fué un pescado lo que trazó ella sobre la arena?

—Si, — prorrumpió Vinicio.

—Entonces, Ligia es Cristiana y son los cristianos quienes te la han arrebatado.

Sucedióse un momento de silencio, al cabo del cual Petronio repuso: —Escucha, Chilo. Mi sobrino te ha reservado una suma considerable de dinero para el caso de que encuentres á la joven, pero también te destina una cantidad no menos considerable de azotes para el caso de que le estés engañando. En el primer término de esta disyuntiva se te presenta la ocasión de comprar no uno, sino hasta tres escribientes; en el segundo, ni la filosofía de los siete sabios juntos, unida á la tuya, te han de servir para ungüentos.

—La doncella es cristiana, señor,—exclamó el griego.

—Basta, Chilo. Tú no eres un necio. Todos sabemos que Junia y Calva Crispinilla acusaron á Pomponia Graecina como adepta de la superstición cristiana; pero sabemos también que fué absuelta por un tribunal doméstico.

¿Intentarás tú acaso levantar de nuevo esta acusación? ¿Te atreverías á probarnos la posibilidad siquiera de que Pomponia, y Ligia con ella, pertenezcan á las filas de los enemigos de la raza humana, de los envenenadores de los pozos y las fuentes, de los adoradores de una cabeza de asno, de esas gentes sacrificadoras de infantes y acusadas de entregarse á las más licenciosas prácticas? Considera, Chilo, si esa tesis, que has empezado á desarrollar ante nosotros, no corre peligro de rebotar sobre tus lomos en forma de antitesis.

Chilo abrió los brazos é hizo un ademán como significando que no era suya la culpa: