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QUO VADIS

turba de acompañantes era impracticable, porque atraerían fácilmente la atención hacia ellos; y entonces á los cristianos bastaríales tan solo apagar las luces como lo hicieron cuando Ligia fué interceptada, y se diseminarían en la obscuridad encaminándose á sitios que solo ellos conocían. Pero sería prudente que Vinicio y él fueran armados, y todavía mejor que llevaran consigo un par de hombres fuertes y seguros para que los defendiesen en caso necesario.

Vinicio reconoció la conveniencia de todas aquellas indicaciones, y recordando al mismo tiempo el consejo de Petronio, envió á sus esclavos en busca de Croton.

Chilo, que conocía á todo el mundo en Roma, sintióse muy tranquilizado cuando oyó el nombre del famoso atleta, cuyas sobrehumanas fuerzas en la arena había podido admirar más de una vez, y declaró que iría á Ostrianum.

La bolsa llena de grandes áureos parecíale ahora de más fácil adquisición mediante la ayuda del gladiador.

Así, pues, encontrábase de muy buen talante cuando se sentó á la mesa, á la cual después de algunos minutos fué llamado por el mayordomo.

Mientras comía, dijo á los esclavos que había conseguido para su amo un maravilloso ungüento. El peor de los caballos al que se frotase con ese ungüento los cascos, dejaría atrás á cualquier otro. Agregó que un cristiano le habla enseñado á preparar ese ungüento, pues los jefes de los cristianos eran mucho más peritos en los encantamientos y milagros que los mismos habitantes de Tesalia, aun cuando Tesalia fuera célebre por sus hechicerías. Los cristianos tenían en él una inmensa confianza, porque es natural, cualquiera puede fácilmente comprender lo que quiere decir pescado.

Y Chilo, mientras estas palabras decía, miraba con fijeza á la cara de los esclavos, en la esperanza de encontrar entre éstos algún cristiano y de poder informar de ello á Vinicio.