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QUO VADIS

¡Señor, no permitas esol exclamó Chilo. Nos arrojarían piedras y entonces, ¿de qué nos servirían las fuerzas de Croton? No es mejor sacará la niña de la casa y no es ponerla, á ella ó á tí, á una innecesaria destrucción?

—Eso es cierto, Croton,—dijo Vinicio.

—Como recibo tu dinero, ¡hago tu voluntad! Pero, ten presente, señor, que mañana he de ir á Benevento; —Tengo 500 esclavos en la ciudad, contestó—Vinicio.

En seguida hizo que á una señal suya se retirasen ambos, se encaminó á la biblioteca y sentándose á su escritorio dirijió á Petronio estas pocas líneas: «El ligur acaba de ser encontrado por Chilo. Esta noche voy con éste y Croton á Ostrianum y sacaré á Ligia de su casa esta misma noche ó mañana. ¡Que los dioses te sean en todo propicios! Consérvate bien, joh carissime! la alegría no me permite escribirte más largo.» Y dejando entonces á un lado la pluma empezó á dar precipitados paseos por la estancia. Y es que además del placer de que rebosaba su alma á la sazón, sentiase atormentado por la fiebre. Decíase que al día siguiente Ligia estaría en su casa. No sabía por el momento cómo conducirse con ella pero decíase que si ella le amara, él se constituiría en siervo suyo. Traía á la mente el recuerdo de las seguridades que le había dado Actea acerca del amor que la joven le profesara, y eso le conmovía hasta lo más íntimo de su sér.

Siendo ello así, bastaría vencer en ella las naturales resistencias que opone el pudor de una doncella y llevar á cumplimiento tales ó cuales ceremonias que era evidente que prescribian las doctrinas del cristianismo.

Y si su amor era cierto, Ligia, una vez que se encontrara en su casa, habría de ceder á la persuación ó á la superior fuerza y decirse: ¡Ya está consumadol» y con ello todo concluiría y tornaría la joven á mostrarse amante y cariñosa.