Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/252

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
244
QUO VADIS

ría; y al verla llorar de alegría, unos la reconvinieron y otros juzgaron que el dolor la había perturbado el juicio, pues dijo también que había visto ángeles en el sepulcro; mas ellos acudieron á él por segunda vez y lo encontraron desierto..

»En la tarde se presentó Cleofas, quien había venido con otra mujer desde Emmaus, y ambas, volvieron pronto diciendo: «¡El Señor ha resucitado en realidad!» »Y se pusieron á discutir el caso á puerta cerrada, por temor á los judíos.

»Y entretanto, El se dejó ver entre ellos, aún cuando no se había sentido abrir las puertas, y cuando ellos demostraron temor, El dijoles: «¡Qué la paz sea con vosotros!

»Y yo le ví, como le vieron todos; y El era diáfano como la luz y como la dicha que sintieron nuestros corazones, pues entonces creímos que se había levantado de entre los muertos y que los mares se han de secar, y las montañas han de reducirse á polvo, pero su gloria no ha de perecer jamás..

»Después de transcurridos ocho días, Tomás Divino, puso el dedo en las heridas del Señor, y le tocó el costado; entonces, cayendo postrado á sus pies, exclamó: —Mi Dios y mi Señor!» —»Porque me has visto has creído; ¡benditos sean los que no han visto y han creídol—dijo el Señor.

Y nosotros escuchamos esas palabras, y nuestros ojos le vieron, porque se hallaba en medio de nosotros.» Vinicio había seguido escuchando y algo de admirable habíase operado en su alma.

Por un momento, olvidóse del sitio en donde estaba; empezó á perder la sensación de la realidad, del discernimiento, del juicio.