Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/261

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
253
QUO VADIS

na felicidad que había de disfrutarse á la otra orilla de la laguna Estigia (1).

Cuando pensaba en todo esto, convertinse su cabeza en un caos.

De este caos vino á sacarle Chilo, quien empezó á lamentarse de la infelicidad de su suerte.

El había prometido encontrar á Ligia. La había buscado con peligro de su vida y había ya indicado el sitio en donde se hallaba. ¿Qué más podía exigirsele ahora? ¿Por ventura había el ofrecido plagiar también á la doncella?

Quién intentaría pedir algo semejante á un hombre mutilado, á quien faltaban dos dedos, á un hombre viejo, consagrado á la meditación, á la virtud y á la ciencia? Qué sucedería si á un caballero de tan alta dignidad como Vinicio hubiera de ocurrir algún contratiempo al llevarse á la doncella?

Cierto era que á los dioses incumbia el velar por la suerte de sus elegidos, pero, ¿acaso no habían acontecido mas de una vez accidentes desgraciados, como si en esos instantes se hallaran distraidos los dioses, ó entretenidos en algún juego, en vez de vigilar con ojo atento lo que en el mundo iba pasando? La fortuna es ciega: todos lo saben y por tanto no vé ni siquiera de día claro: ¿cómo había de ver de noche? Y si algo grave sucedía, y si ese oso ligur arrojaba una piedra de molino á la cabeza del noble Vinicio, ó le tiraba con un barril de vino,—lo que sería todavía peor, de agua, ¿quién podría asegurar que en vez de una recompensa no sería una injusta imputación lo que cayera sobre la cabeza del infortunado Chilo?

El, el pobre sabio, se había sentido atraido hacia el noble Vinicio, como lo estuviera Aristóteles respeto de Alejandro de Macedonia. Si el noble señor quisiera darle siquiera aquella bolsa que había puesto en su cinturon antes de salir de casa, algo habría á lo menos, con que (1) Laguna del Infierno mitológico que debía atravesarse para llegar & las regiones donde mora el alma de los muertos.