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QUO VADIS

por En Ostrianum, Vinicio había oído hacer mención del premio que habría de conquistarse con tal conducta, sin darse el momento cuenta cabal de su transcendencia.

Pero si comprendía que la vida terrena, relacionada con la obligación de renunciar á todo lo que es bueno y pingüe en obsequio á los demás, debía de ser una vida miserable. Así, pues, en el concepto que á la sazón se iba formando acerca de los cristianos había, fuera del mayor asombro, mucha lástima y cual si dijéramos unos como asomos de desdén.

Parecíanle unas ovejas que tarde ó temprano habrían de verse devoradas por los lobos: y su indole romana era incapaz de prestarse á reconocer personalidad á gentes que se ofrecían como presa para ser devoradas.

Sin embargo, una cosa le sorprendió: que después de la artida de Chilo en los semblantes de todos parecía resplandecer una especie de íntima alegría.

El Apóstol se aproximó á Glauco, le puso la mano EObre la cabeza, y dijo: —En ti Cristo ha triunfado.

El otro alzó entonces los ojos llenos de esperanza é iluminados de júbilo, como si acabara de favorecerle una grande é inesperada ventura.

Vinicio, que solo conocía el placer ó la satisfacción nacidos de la venganza, le contempló con ojos en cuya expresión había la fijeza de la fiebre y también la curiosidad de quien está mirando á un loco. Y vió luego, no sin honda indignación secreta, que Ligia posaba sus labios de reina sobre la mano de aquel hombre que tenía el aspecto de un esclavo; y le pareció que el orden del mundo estaba totalmente cambiado.

En seguida Ursus refirió cómo había acompañado á Chilo hasta la calle y pedidole allí que le perdonara si le había hecho algún daño al tomarle rudamente por los brazos. Por esto el Apóstol le bendijo a su vez.

Crispo declaró que era ese un día de grandes victorias.