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QUO VADIS

Y aquí tornó á avivar el fuego de la chimenea, y enseguida repuso, cual si hablara consigo mismo: —Cuando el César se llevó á Calina á palacio y yo pensé que podía sobrevenirla alguna desgracia, quise encaminarme á los bosques y hacer venir á los ligures en auxilio de la hija de nuestro rey. Y los ligures habríanse movido hacia el Danubio, porque forman un pueblo virtuoso, aunque son paganos. Pero allí habría ido yo también á llevarles «la buena nueva. No obstante, si alguna vez Calina vuelve á la casa de Pomponia Graecina, la pediré permiso para irme con ellos; porque Cristo nació en tierras muy lejanas, y ellos todavía no han oído hablar de El.

Y El sabía por cierto, mejor que yo, dónde debía nacer; pero si hubiera venido al mundo entre nosotros, en los bosques, no le habríamos torturado hasta la muerte: de eso estoy bien seguro. Habríamos hecho del Hijo el objeto de nuestra solicitud; le habríamos cuidado y atendido de manera, que jamás le faltaran las aves, ni los hongos, ni las pieles de castor, ni el ámbar. Y todo el botín que hubiéramos quitado á los suevos y bohemios se lo habríamos dado á El, á fin de que disfrutase de comodidades, abundancia y bienestar.

Y mientras esto decía, colocó de nuevo en el fuego la olla que contenía la comida para Vinicio, y en seguida guardó silencio.

Su pensamiento evidentemente continuó vagando todavia por espacio de algunos instantes al través de las selvas ligures, hasta que empezó á hervir el contenido de la vasija. Un poco más tarde lo vació en un plato grande, y después de haberlo enfriado un tanto, dijo: —Glauco te aconseja, señor, que aún el brazo sano lo muevas lo menos posible; Calina me ha ordenado que te sirva de comer.

¡Ligia ordenabal No había, pues, la menor objeción que hacer. No le habría venido en mientes á Vinicio oponerse ni por un instante á su voluntad, cual si se tratara de la