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QUO VADIS

hija del César ó de una diosa. Así es que no contestó una sola palabra.

Sentóse Ursus junto á la cama, vació el líquido en una pequeña taza y lo llevó á los labios del joven.

E iba haciendo aquello con tal solicitud y tan afable sonrisa en el semblante, que Vinicio no podía dar crédito á sus ojos, ni pensar que era éste el titán terrible que el día anterior había aniquilado á Croton, y volviéndose luego hacia él con el ímpetu de un huracán le habría hecho trizas también! á no ser por la compasiva intervención de Ligia.

Y el joven patricio, por primera vez en su vida, empezó á preguntarse con aire meditabundo, qué fenómenos estarían á la sazón operándose en el alma de aquel hombre sencillo, que no era sino un bárbaro y un sirviente.

Pero Ursus demostró ser un enfermero tan desmañado como solícito; la taza se perdía de manera tan completa al tomarla él entre sus dedos hérculeos, que no quedaba en ella sitio alguno para la boca del enfermo.

Así, pues, tras de algunos esfuerzos infructuosos, el gigante hallóse confundido grandemente y dijo: —¡Ay! creo que me sería mucho más fácil tomar á un uro (1) por los cuernos!

La confusión del ligur, divertía á Vinicio, pero esta úlma observación suya no le interesó menos.

Había visto en los circos al terrible uro, traído de las selvas del Norte, y hacia el cual, iban llenos de temor los más osados bestiarii, (2) por ser una fiera que sólo á los elefantes cedía en tamaño y fuerza.

—¿Acaso has intentado tú coger á semejantes bestias por los cuernos?—preguntó asombrado.

(1) Uro, el bos usus, ó bisonte de Polonia, considerado por algunos como una especie de toro silvestre, pero el cual, según Cuvier, pertenece á una especie distinta.

(9) Bestiarum, bestiarii. El ó los que luchaban, asalariados, con las fieras en los juegos públicos.