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QUO VADIS

formándose en mi alma, cual es la obscuridad que me rodea, por qué motivo no alcanzo á divisar algunos de los caminos que á mi vista se presentan, y cuán distante me hallo de saber por donde he de empezar.

«Si la vida puede compararse á un manantial, del manantial mío fluye ahora en vez de agua inquietud.

«Vivo alentado tan solo por la esperanza de que acaso la veré de nuevo algún día; y en ocasiones paréceme que la he de ver seguramente.

«Pero nada sé, ni puedo tan siquiera presumir, acerca de lo que un año, ó en dos años más, me depare el destino.

«No saldré de Roma. Me sería insoportable ahora la sociedad de los augustianos; y además, el único solaz en medio de mi pena y mi desasosiego, es la esperanza de que me hallo cerca de Ligia y de que por conducto de Glauco, el médico, quien ha prometido visitarme, ó por medio de Pablo de Tarso, he de tener noticias suyas de tiempo en tiempo.

«Nó; yo no saldría de Roma ahora, aunque me ofreciérais el gobierno del Egipto.

«Sabe también que he ordenado al escultor que me haga un monumento de piedra en memoria de Gulo, á quienmaté en un arranque de ira. Demasiado tarde he pensado en que fué él quien me llevó, de niño, en sus brazos y me enseñó después á poner una flecha en un arco. No sé porqué cada vez que á mi mente surge su recuerdo, toma las formas del pesar y el remordimiento.

«Si todo lo que antecede te sorprende, dígote que á mi no me sorprende menos, pero te escribo la pura verdad.

Adiós.»

CAPÍTULO XXIX

No hubo contestación á esta carta. No escribió Petronio, yendo evidentemente que de un día á otro podría el César ordenar el regreso á Roma.