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QUO VADIS

Y en efecto, la noticia de la vuelta del viajero imperial se extendió luego por la ciudad, con gran contentamiento de la plebe, ansiosa de juegos y de las obligadas distribuciones de los cereales y las aceitunas, que en cantidades enormes habían estado acumulándose ya en Ostia.

Helio, el liberto de Nerón, anunció por fin al senado el regreso del emperador.

Pero habiéndose embarcado Nerón con su corte en Miseno, efectuó su viaje lentamente; haciendo escala en las ciudades de la costa, con el fin de tomar descanso ó de exhibirse en los teatros.

Permáneció cerca de veinte días en Minturna y hasta pensó en volver á Nápoles y aguardar allí la primavera, que en esa ciudad era más temprana y cálida.

Durante todo este tiempo Vinicio vivió encerrado en su casa, pensando en Ligia y en todos esos nuevos fenómenos que le ocupaban ahora el alma y hacían afluír á ella ideas y sentimientos que antes habríanle parecido absurdos.

De cuando en cuando recibía solamente á Glauco el médico, cada una de cuyas visitas llenábale de alegría, porque en ellas Ligia era el tema habitual de las conversaciones de ambos.

Glauco ignoraba dónde había encontrado albergue la joven, pero estaba en aptitud de dar seguridades á Vinicio de que Ligia se hallaba en salvo y bajo el ojo vigilante y protector de los jefes.

Un día, también, movido á compasión por la melancolía de Vinicio, Glauco le refirió que Pedro había vituperado á Crispo la severidad con que éste increpara á Ligia su amor por el joven tribuno.

Vinicio, al escuchar esta confidencia, púsose pálido de emoción. Más de una vez había pensado que Ligia no era indiferente á su amor; pero á menudo asaltábanle dudas y temores.

Ahora por primera vez recibía la confirmación de sus