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QUO VADIS

anhelos y esperanzas, de labios extraños y á mayor abundamiento, cristianos.

á En el primer impulso de gratitud y de júbilo, quiso volar á la presencia de Pedro. Más, cuando supo que el Apóstol no se hallaba en la ciudad, pues estaba desempe.

ñando su misión de propaganda en los alrededores, imploró á Glauco que le llevase hasta él, prometiéndole en cambio hacer liberales obsequios á los pobres de la comunión cristiana. Parecíale también que si Ligia le amaba, ya no podría haber obstáculo alguno que les dividiera, pues él estaba pronto para rendir su homenaje á Cristo en cualquier momento.

Y Glauco, aún cuando le insinuó persistentemente la necesidad en que se hallaba para ello de recibir el bautismo, no se aventuró al mismo tiempo á darle seguridades de que, con sólo esto, se conquistaría inmediatamente á Ligia, y antes bien le manifestó que era menester desear la religión por sí sola, por amor á Cristo y nó con otros fines.

—Es necesario también tener una alma cristiana,agregaba.

Y aún cuando á Vinicio irritaba siempre todo obstácu lo, había empezado á comprender que Glauco, en su calidad de cristiano, cumplía con su deber al hacerle tales prevenciones.

No se formaba todavía conciencia plena de que uno de los más trascendentales cambios operados en su sér íntimo era éste; que antes había considerado á los hombres y á las cosas midiéndolas con el rasero de su propio egoismo, y ahora íbase acostumbrando gradualmente al pensamiento de que otros ojos podrían ver de manera diversa, otros corazones sentir de diferente modo y que la justicia no siempre tenía por objetivo el provecho personal.

A menudo sentía deseos de ver á Pablo de Tarso, cuyos discursos despertaban su interés y le llenaban de una extraña turbación.