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QUO VADIS

En el camino de la segunda antecámara, al atrio, Vinicio dijo: —¿Has notado que los porteros en esta casa no llevan cadenas?

—Esta es una admirable casa, contestó Petronio, bajando la voz.—Por cierto que se sospecha que Pomponia Graecina sustenta esa superstición oriental que consiste en rendir homenaje á un cierto Chrestos (1). Al parecer, quien le prestó este servicio, fué Crispinilla, la misma que no puede perdonar á Pomponia porque á ésta le ha bastado un marido de por vida. ¡Una mujer de un solo marido!

Hallar hoy día en Roma algo semejante, es más difícil que procurarse medio plato de hongos frescos de Nórico.

Has de saber que la juzgaron ante un tribunal doméstico.

—A tu juicio, es una casa admirable. Más tarde te referiré todo lo que he visto y oído en ella.

Entre tanto, habían llegado al atrinm. El esclavo que allí estaba, y que llevaba el nombre de atriensis (2), ordenó á un nomenclador que fuese á anunciar á los visitantes.

Petronio, que se figuraba que en aquella mansión austera debía reinar un tedio eterno, no salía de su asombro; miraba en torno suyo con cierta sorpresa desatinada, pues ninguna tristeza se sentía en aquel atrio luminoso. De lo alto, por una ancha claroboya, caía un haz de luz deslumbrante que se fragmentaba en mil chispas sobre las aguas de una fuente que se vertía en un pilón cuadrado; el impluvium estaba rodeado de anémonas y lirios. Indudablemente había en aquella casa, singular predilección por los lirios, pues había platabandas enteras, plantadas de aquella flor, blancos, rojos; había también lirios color zafiro, cuyos pétalos delicados parecían bañados de gotitas de plata líquida. Estatuitas de bronce, figurando aves acuá.

(1) Cristo. llamado entonces por los romanos Chrestos ó Chrestus por ignorancia de la etimologia del nombre.

(2) Especie de mayordomo de una casa,