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QUO VADIS

diendo en amor. Eros ha despertado en ella también la amorosa llama. Yo he visto eso y bien harás en creerme.

Ten paciencia. Hay siempre un medio de llevar á efecto las cosas; pero hoy he pensado en demasía y eso me fatiga. En cambio, te prometo que mañana me preocuparé de tu amor, y, á menos que Petronio haya dejado de ser Petronio, descubrirá el medio convenienre.

Ambos permanecieron en seguida silenciosos un instante. Por último Vinicio, dijo: —Te doy gracias. Sea contigo pródiga la fortuna.

—Ten paciencia.

—¿A dónde vas á ordenar que nos conduzcan?

—A casa de Crisotemis.

—Eres feliz poseyendo á la que amas.

—¿Yo? ¿Sabes qué es lo que aún me entretiene en Crisotemis? Esto: que me engaña con mi liberto Teocles y cree que yo no he reparado en ello. Un tiempo la amé, pero en la actualidad tan sólo me divierte con sus embustes y su estulticia. Ven conmigo á su casa. Y si empezara contigo á coquetear y á escribirte sobre la mesa con sus dedos empapados en vino, sabe que no tendré por ello celos.

Y ordenó que los condujesen á casa de Crisotemis.

Antes de entrar, Petronio puso una mano en el hombro de Vinicio, y le dijo: —Aguarda: paréceme que he encontrado un plan.

—Si es así, pido á todos los dioses que por ello te otorguen su galardón!

—Lo tengol Creo que mi plan es infalible. ¿Sabes una cosa, Marco?

—Te escucho, sabio varón.

—Pues bien, dentro de pocos días la divina Ligia partirá contigo en tu casa el grano de Deméter.

Tú eres más grande que César!—exclamó Vinicio lleno de entusiasmo.