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QUO VADIS

Nerón, y que en general podía señalársela como el buen espíritu de palacio.

Asta prometió entregar la carta personalmente á Actea.

Y considerando cosa natural que la hija de un rey tuviese un séquito de servidores propios, no opuso la menor dificultad para llevarlos con Ligia á palacio, sorprendiéndose más bien de que fueran tan pocos. Eso sí, pidió que se apresurara su salida, por temor de que pudiera tachársele de falta de celo en el cumplimiento de las órdenes recibidas.

Llegó, pues, el momento de partir. Los ojos de Pomponia y de Ligia llenáronse nuevamente de lágrimas; Aulio la puso otra vez la mano en la cabeza, y después de algunos lamentos, los soldados, seguidos por los gritos del pequeño Aulio, el cual, en defensa de su hermana, mostraba al centurión sus puños cerrados en señal de amenaza, condujeron á Ligia á la casa del César.

El viejo general dió orden para que le preparasen al punto su litera. Y entre tanto, encerrándose con Pomponia en la pinacotheca (1) contigua al cecus, la dijo: —Escúchame, Pomponia. Iré á ver al César; aun cuando creo que mi visita ha de resultar inútil; y si bien la palabra de Séneca nada significa para Nerón al presente, iré también á ver á Séneca. En el día más influencia tienen Sofonio, Tigelino, Petronio ó Vatinio. En cuanto al César, es probable que ni siquiera haya oído hablar del pueblo ligur; y si ha pedido la entrega de Ligia, del rehen, ello no reconoce otra causa que el hecho de haberle alguien inducido á dar eso orden. Ese alguien fácil es adivinar quién es.

Ella alzó rápidamente la vista y dijo: —¿Es Petronio?

—El es.

(1) Galeria, gabinete de pinturas ó cuadros célebres.