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QUO VADIS

equivale sencillamente á perder el tiempo. Petronio desde há mucho tiempo perdió la facultad que permite distinguir el bien del mal. Pruébale que su acción no es bella, y se avergonzará de ella. Cuando yo lo vea le diré: «Ese acto tuyo es digno de un liberto.» Si eso de nada te sirve, ninguna otra cosa tendrá mayor poder.

—Gracias también por eso, —contestó el general.

En seguida ordenó que le condujeran á casa de Vinicio, á quien encontró haciendo ejercicios de esgrima con su maestro familiar. Aulio se dejó llevar por un tremendo impulso de cólera, á la vista del joven tranquilamente ocupado en aquel ejercicio de armas, en los instantes en que se perpetraba el ataque á Ligia; y apenas habíase corrido la cortina detrás del maestro de esgrima, cuando esa cólera estalló en un torrente de amargos reproches é injurtas.

Vinicio, al saber que Ligia había sido llevada de casa de Aulio, púsose tan terriblemente pálido, que éste último no pudo ni por un instante seguir sospechando de que tuviera parte en aquel hecho. La frente del joven se cubrió de sudor; su sangre, que por un momento pareció haber afluído totalmente á su corazón, tornó á su semblante como en una oleada de fuego; empezaron sus ojos á despedir chispas y su boca á prorrumpir en bruscas interrogaciones incoherentes. Los celos y la cólera iban apoderándose alternativamente de él y sacudiéndolo como huracanes de tempestad. Parecíale que Ligia, una vez pisados los dinteles de la casa del César, se hallaba perdida absolutamente para él. Cuando Aulio pronunció el nombre de Petronio, cruzó como un rayo por la mente del joven la sospecha de que Petronio se había burlado de él y que intentaba, ó ganar mayor privanza con Nerón mediante la entrega de Ligia, ó guardarla para sí. Porque en la cabeza de Vinicio no podía caber ni siquiera la más leve duda de que ver á Ligia y desearla al punto, era todo uno.

La impetuosidad de su carácter, que en él era rasgo de