Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/59

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solitario Oratorio largo tiempo le absorbieron profundas meditaciones, retirándose más tranquilizado. Aquella voz de la ribera y esta luz salida á su encuentro aclararon la selva enmarañada de sus pensamientos.

Un día pasó sin recibir ni oir á nadie. En la noche siguiente, preparaba la embarcación más velera, bajó al puerto, embarcando sigilosamente y acompañado sólo del comandante Rodríguez. Envolvióse en su ancha capa militar, y recostado á la popa, después de largas noches de insomnio quedó profundamente dormido, mientras navegaba viento en popa rumbo á la Colonia. Durmió, soñó, ¿qué soñaba? Parecían disiparse de pronto las nubes, huyendo en girones las vacilaciones anteriores, tentaciones todas que no prendieron, al resolverse ir en busca del sucesor, á cuyo oído llegaban voces de que hasta las piedras de la ciudad se levantarían por no dejarse arrebatar al «Virrey de la Victoria».

Y era la espléndida alborada de mañana limpia y luminosa cual una de esas vagar sonrisas de invierno que sonrosar suelen la azulada faz de nuestro río, cuando saliendo de sueño agitado al terminar la noche alcanzó á divisar la última estrella que caía hundiéndose en horizonte obscuro. Desechando siniestros augurios, bien cerca abordaba al mismo viejo muelle de piedra por que