¡Déjala!
Apariencia
Toma, niña, este búcaro de flores: tiene azucenas de gentil blancura, lirios fragantes y claveles rojos, tiene también camelias, amaranto y rosas sin abrojos. rosas de raso cuyo seno ofrecen urnas de almíbar con esencia pura. Admítelas, amor de mis amores, admítelas, mi encanto; que en sus broches de oro se estremecen las cristalinas gotas de mi llanto, tibio llanto que brota del alma de una madre que en ti piensa, y por eso hallarás en cada gota emblema santo de ternura inmensa. Una tarde de abril, así decía, sollozante, mi esposa infortunada, a mi hija indiferente que dormía en su lecho de tablas reclinada; y como Herminia, ¡nada! nada en su egoísmo respondía a esa voz que me estaba asesinando: "Déjala, -dije- tu dolor comprendo...". La madre entonces se alejó llorando, y ella en la tumba continuó durmiendo.