¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja
Apariencia
¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja, que me traes el retablo de mis sueños siempre desierto y desolado, y solo con mi fantasma dentro, mi pobre sombra triste sobre la estepa y bajo el sol de fuego, o soñando amarguras en las voces de todos los misterios, dime, si sabes, vieja amada, dime si son mías las lágrimas que vierto. Me respondió la noche: —Jamás me revelaste tu secreto. Yo nunca supe, amado, si eras tú ese fantasma de tu sueño, ni averigüé si era su voz la tuya o era la voz de un histrión grotesco. Dije a la noche: —Amada mentirosa, tú sabes mi secreto; tú has visto la honda gruta donde fabrica su cristal mi sueño, y sabes que mis lágrimas son mías, y sabes mi dolor, mi dolor viejo. —¡Oh! Yo no sé—dijo la noche—, amado, yo no sé tu secreto, aunque he visto vagar ese que dices desolado fantasma por tu sueño. Yo me asomo a las almas cuando lloran y escucho su hondo rezo, humilde y solitario, ese que llamas el salmo verdadero; pero en las hondas bóvedas del alma no sé si el llanto es una voz o un eco. Para escuchar tu queja de tus labios yo te busqué en tu sueño, y allí te vi vagando en un borroso laberinto de espejos.