Égloga Venatoria
Apariencia
D' aljava y arco tú, Diana armada, que por el monte umbroso y estendido fatigas a las fieras presurosa, huye del alto Ladmo desdichada, donde tu caçador duerme ascondido; que ya otra caçadora más hermosa persigue impetuösa al javalí espumoso y enojado; que ya otra más hermosa caçadora al ciervo sigue aora. Si Endimión la viere, tu cuidado, venciendo de la fiera la braveza, te dexará por ella con tristeza. A Endimión no dexes tú Diana, queda con él, no siga al amor mío, tu amor, Endimión esté contigo, en la callada noche, en la mañana, al Sol ardiente, al importuno frío mi dulce caçadora esté comigo. Este bosque es testigo, cuántas vezes la llamo y busco en vano, l' Aurora me oye sola sin su amante, y s' ofrece delante, cuando espera las fieras en lo llano, suspira ella su amor, yo lloro el mío, si al monte mira, yo a mi valle y río. Hermosa caçadora, qu' as llevado del frío bosque mi herido pecho con el cabello d' oro suelto al viento, y de flores y rosas coronado; ¿Eres Napea deste valle estrecho, qu' alcança con ligero movimiento al javalí sediento, y del ciervo la planta voladora? que tu paso, y tu voz, y tu belleza más que mortal grandeza descubre a tu Menalio, que te adora. Tal va Cintia con trage soberano, y enciende en fuego al amador Silvano. ¿Qué dios, ô Clearista, t' a ofrecido a mis ojos, corriendo yo una fiera sin cuidado d' Amor; y vista luego te me llevó, dexándome perdido, porqu' en llama inmortal ardiendo muera? De tus luzes provó el tirano ciego con mi daño su fuego, mas tú abites el bosque oscuro y prado, o la tendida selva deste río, jamás del pecho mío s' apartará el Amor, que m' a abrasado, el bosque y prado del amor testigo, a amarte aprenderá también comigo. O la ligera garça levantando mire al halcón veloce y atrevido, o espere al javalí cerdoso y fiero, o l' aura entre los árboles gozando; con silencio y voz muda, en lo ascondido del pecho solo lloraré primero el dolor, en que muero. Sin ti el feroz cavallo, el rayo ardiente del imitado trueno, y la sabrosa caça, m' es enojosa, pues tú me dexas mísero y doliente. Todo m' agradará y será mi gloria si buelves, y de mí tienes memoria. ¿Por qué huyes, y quieres que sin lumbre en estas breñas muera con tormento, y no miras tu amante, que te llama? Baxa desa fragosa y alta cumbre, que, según el ruido grave siento, por entre una y otra espesa rama, que las hojas derrama, un feroz javalí s' a recogido. Con el arco en la blanca y tierna mano baxa, qu' antes, qu' al llano llegues, atravesado y estendido de mi venablo, y muerto, la espumosa cabeça, llevarás vitoriösa. No fíes, Clearista, en tu belleza, que vendrá el día en que las hebras d' oro mude la edad ligera en blanca plata, antes muera, que vea tu tristeza. Mas, ¿para qué suspiro triste, y lloro por quien a mis querellas es ingrata? Si tu dureza mata a quien te sigue, aquél que t' aborrece, ¿qué pena avrá, qu' iguale con su culpa? Pero, ¿quién me culpa, pues sigo solo el mal, que se m' ofrece? Suspenso en el amor y en el deseo, al fin doy en un ciego devaneo. Mas vos Amores, roxos dulcemente, dexad las ondas claras de Citera, y a mi Ninfa herid con vuestra llama; que su hermosa flor perder no siente sin fruto inútil en la edad primera. Y tú Latonia, pues Amor t' inflama, cuando el monte te llama, por el dormido amante, y ya el tormento conoces del Amor; si e venerado tus aras, y colgado del javalí terrible y viölento l' alta frente y del ciervo la ramosa, muéstrat' a mis dolores piädosa. Si contigo viviera, Ninfa mía, en esta selva, tu sutil cabello adornara de rosas, y cogiera las frutas varias en el nuevo día; las blancas plumas del gallardo cuello de la garça ofreciendo, y te traxera de la silvestre fiera los despojos, contigo recostado, y en la sombra cantando tu belleza; y en la verde corteza de la frondosa enzina mi cuidado estendiendo, comigo lo leyeras, y sobre mí las flores esparzieras. ¡Ah cuántas vezes entre aqueste juego a tu cuello los braços rodeara! y en tus ojos mis ojos encendiendo, cuando más descuidada de mi fuego, a tu boca el espíritu hurtara, mi espíritu en el tuyo convirtiendo, dulcemente muriendo. Esto preciara más que vêr el buelo del halcón, más que dar de un golpe muerte al javalí más fuerte, o alcançar, por el ancho y largo suelo, junto a l' agua, herido y sin aliento, el ciervo, qu' atrás dexa el presto viento. No dudes, ven comigo, Ninfa mía; yo no soy feo, aunque mi altiva frente no se muestra a la tuya semejante, mas tengo amor, y fuerça y osadía, y tengo parecer d' ombre valiente; qu' al caçador conviene este semblante robusto y arrogante,. iremos a la fuente, al dulce frío, y en blando sueño puestos, al ruido del murmurio esparzido de l' agua, tú en mis braços, amor mío, y yo en los tuyos blancos y hermosos, a los Faunos haría invidiösos. Mas si t' agrada, y ô si t' agradase, ven comigo a esta sombra, do resuena l' aura en los ciclamoros revestidos de iedra; do se vio jamás qu' entrase alçado el Sol con luz ardiente y llena. Aquí ay álamos verdes y crecidos, y los povos floridos, y el fresco prado riega l' alta fuente con murmurio suäve y sosegado. Aquí el tiempo templado te combida a huir el Sol caliente. Ven, Clearista, ven ya Ninfa mía, este prado te llama y fuente fría.