A Delia
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Si vi tus ojos, Delia, y no abrasaron mi corazón en amorosa llama; si en tus labios, que el abril inflama de ardiente rosa, y no me enajenaron; si vi el seno gentil, do se anidaron las gracias; do el carmín, que Venus ama, sobre luciente nieve se derrama, e inocentes mis ojos lo miraron; no es culpa, no, de tu beldad divina, culpa es del infortunio que ha robado la ilusión deliciosa al pecho mío. Mas si en el tuyo la bondad domina, más querrás la amistad que un desgraciado que de un dichoso el tierno desvarío.