A Goyita
Goyita de mi alma,
de ti distante,
el dolor atormenta
mi pecho amante.
¡Ah! ¡quién pudiera
recibir en tus brazos
la muerte fiera!
Que para mí más grata
ella sería,
que lo es de ti ausente
la vida mía.
Es la ventura
el vivir y no verte,
dulce hermosura!
Buscando aquí un presente
que consagrarte,
no encuentro nada propio
que regalarte;
que en mi pradera
todo muere Goyita
si tú estás fuera.
Hay una planta sola
verde y lozana,
gracias a que la riego
tarde y mañana;
yo la cultivo
porque es de ti memoria,
retrato vivo.
Da una fruta más dulce
que el pan de abejas,
y en lo dulce parece
de amor tus quejas;
tu grato aliento
remeda su perfume
que aroma al viento-.
Goyita, es una sola
la que te envío,
nacida en mis vergeles
por el estío.
El sol la dora
que es de todas las frutas
reina y señora.
Su verdor y dorado
no es tan hermoso,
como aquel de tu labio
carmín precioso;
y en la campiña
no hay fruta más sabrosa
pues es... la piña.
¿Recuerdas aquel día
Goya amorosa,
en que piña me daba
tu boca hermosa;
y sin tu agravio
tomaba yo la piña
que había en tu labio?
No sé si la que ahora
mi amor te envía,
habrá de ser tan dulce
cual la de un día.
¡Ay! ¡si pudiera
tomarla de tus labios
aunque muriera!