A Pradina ausente
Apariencia
¿Será que siempre esté, cara Pradina tu larga ausencia y desamor llorando? ¿No escucharé jamás tu acento blando ni he de embeberme en tu beldad divina? Huyó el octubre: la robusta encina vino el sañudo cierzo derribando; siguiole abril, los campos matizando, y tu dureza más y más se obstina. Llega anhelante el polvoroso estío; vuelve otoño de vides coronado; torna la escarcha del invierno frío: y tú tranquila, inmóvil, sin cuidado dejas desfallecer el pecho mío, ya de gemir y de esperar cansado.