A la esperanza (Argensola)
Apariencia
Alivia sus fatigas el labrador cansado cuando su yerta barba escarcha cubre, pensando en las espigas del agosto abrasado y en los lagares ricos del octubre la hoz se le descubre cuando el arado apaña, y con dulces memorias le acompaña Carga de hierro duro sus miembros, y se obliga el joven al trabajo de la guerra Huye ocio seguro, trueca por la enemiga su dulce, natural y amiga tierra; mas cuando se destierra o al asalto acomete mil triumfos y mil glorias se promete La vida al mar confía, y a dos tablas delgadas, el otro, que del oro está sediento Escóndesele el día, y las olas hinchadas suben a combatir el firmamento; él quita el pensamiento de la muerte vecina, y en el oro le pone y en la mina. Dexa el lecho caliente con la esposa dormida el cazador solícito y robusto. sufre el cierzo inclemente, la nieve endurecida y tiene en su afán, por premio justo, interrumpir el gusto y la paz de las fieras en vano cautas, fuertes y ligeras. Premio y cierto fin tiene cualquier trabajo humano, y el uno llama al otro sin mudanza; el invierno entretiene la opinión del verano, y un tiempo sirve al otro de templanza. El bien de la esperanza solo quedó en el suelo, cuando todos huyeron para el cielo. Si la esperanza quitas, ¿qué le dejas al mundo? Su máquina disuelves y destruyes; todo lo precipitas en olvido profundo, y del fin natural, Flérida huyes Si la cervix rehúyes de los brazos amados, ¿qué premio piensas dar a los cuidados? Amor, en diferentes géneros dividido, él publica su fin y quie le admite. Todos los accidentes de un amante atrevido (niéguelo o disimúlelo) permite. Limite pues, limite la vana resistencia; que, dada la ocasión, todo es licencia.