A secreto agravio, secreta venganzaA secreto agravio, secreta venganzaPedro Calderón de la BarcaJornada 3: Escena V
Jornada tercera
Escena V
EL REY, ACOMPAÑAMIENTO. -DON LOPE.
REY
Aunque en la quinta, que del Rey la llama
el vulgo en la quinta, que
el vulgo, aquesta noche duerma, digo
que no me he de quedar hoy en Lisboa.
Esté la gente toda prevenida,
que desde allí saldrá la más lucida
a competir con plumas y colores
del Sol los rayos, del abril las flores.
DON LOPE
(Ap. Cobarde al rey me llego;
que esta pena, esta rabia y este fuego
tan cobarde me tiene, que sospecho,
con verguenza, dolor y cobardía,
que todos saben la desdicha mía.)
Dame tus pies; será feliz mi boca,
si con su aliento esas esferas toca.
REY
¡Ah don Lope de Almeida! Si tuviera
en Africa esa espada, yo venciera
la morisca arrogante bizarría.
DON LOPE
Pues ¿pudiera quedar la espada mía
en la paz, en la que se os muestra,
cuando vos, gran señor, sacáis la vuestra?
Con vos voy a morir, ¿Qué causa hubiera
que en Portugal, señor, me detuviera
en aquesta ocasión?
REY
¿No estáis casado?
DON LOPE
Sí, señor; mas no el serlo me ha estorbado
el ser quien soy; porque antes hoy me llama
tener mayor honor a mayor fama.
REY
¿Cómo, recién casada,
quedará como vuestra esposa?
DONLOPE
Muy honrada
en ver que os ha ofrecido
a esta empresa un soldado en su marido;
que es noble, es varonil, y más sintiera
que a vuestro lado, gran señor, no fuera;
pues si antes por mi fama os acudía,
ahora por la suya y por la mía.
Y no es inconveniente a mi deseo
el ausentarme della.
REY
Así lo creo;
que yo lo dije porque no era justo
descasaros tan presto, y desto gusto;
que en vuestra casa, aunque la empresa es alta
podréis hacer, don Lope, mayor falta.