A un crucifijo
Apariencia
Arroyos surcan de coral sagrado en tu bella deidad el rostro hermoso, ¡oh Señor!, cuyo tránsito amoroso quebrantó los abismos del pecado. Tu clemencia, que el círculo estrellado describe con incendio misterioso, impuso desde el centro tenebroso contra ti el golpe de rigor armado. Mis culpas ocasionan esas penas que abundan en purpúreos resplandores, el efecto más triste de mi llanto. ¡Oh verdadero Isac, por cuyas venas, en fuentes de rubí, formando flores, hollaste los horrores del espanto!