Acaso (Machado)
Apariencia
Como atento no más a mi quimera no reparaba en torno mío, un día me sorprendió la fértil primavera que en todo el ancho campo sonreía. Brotaban verdes hojas de las hinchadas yemas del ramaje, y flores amarillas, blancas, rojas, alegraban la mancha del paisaje. Y era una lluvia de saetas de oro el sol sobre las frondas juveniles; del amplio río en el caudal sonoro se miraban los álamos gentiles. —Tras de tanto camino es la primera vez que miro brotar la primavera—, dije, y después, declamatoriamente: —¡Cuán tarde ya para la dicha mía!— Y luego, al caminar, como quien siente alas de otra ilusión: —Y todavía ¡yo alcanzaré mi juventud un día!