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Escena IX

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El MARQUÉS, DON CARLOS, varios VIAJEROS, el MAYORAL, y después DOÑA INÉS y DOÑA VENTURA.


MAYORAL. (Desde el patio.) -Vamos: los viajeros. (Leyendo.) «Don Francisco Arredondo.»

UN VIAJERO. -Aquí está. (Sube a la diligencia.)

MAYORAL. -«Miguel Ortiz.»

OTRO VIAJERO. -Allá va. (Sube.)

MAYORAL. -«Teresa Gómez.» (Los demás se van llegando, y subiendo por su turno.)

MARQUÉS DEL ROBLE. -Adiós, Carlos; hasta la vista.

MAYORAL. -«Pío Gil.»

D. CARLOS. -Buen viaje, papá. Yo llegaré a la quinta con anticipación a anunciarlo a usted.

MAYORAL. -«Manuel Delgado.»

MARQUÉS DEL ROBLE. -Este Almazán que no parece...

MAYORAL. -«Félix Romero.»

D. CARLOS. -Aún está ella aquí; ¿pero de qué me servirá volverla a ver? Marchémonos.

MAYORAL. (Desde el patio.) -«Marqués del Roble.»

MARQUÉS DEL ROBLE. -Voy. -Pues señor, no viene; nos iremos sin él. (Sube a la diligencia, su hijo le ayuda, y se va.)

MAYORAL. (Entrando con la lista.) -Vamos señores, que es tarde. «Pedro Mora, Ventura Almazán.»

UNA MUJER. (Desde el coche.) -Conductor, conductor, este no es mi asiento; me lo han cambiado. Conductor...

MAYORAL. -Allá voy, allá voy. «Ventura Almazán.»

VARIOS VIAJEROS. (Gritando desde el coche.) -Mi sitio, mi sitio. -Yo no me muevo de aquí. -Es una picardía. -Mi sitio, mi sitio. -Conductor, conductor...

MAYORAL. -¡Qué es eso! No hay que arañarse; ya voy. (Va al patio.)

D.ª INÉS. (Salen DOÑA INÉS y DOÑA VENTURA.) -Vamos Venturita: creo que te han llamado.

D.ª VENTURA BAZÁN. (Llorando, y al sacar el pañuelo se le cae un bolsillo sin que nadie lo note.) -¡Ah! amiga mía...

D.ª INÉS. -Vamos, no llores; valor por Dios.

MAYORAL. (Sale con la lista.) -¿Dónde está Ventura Almazán? Que es tarde señores.

D.ª INÉS. -Ventura Bazán dice.

D.ª VENTURA BAZÁN. -Yo soy.

MAYORAL. -Vamos señorita, suba usted pronto.

D.ª VENTURA BAZÁN. (Abrazando a DOÑA INÉS y llorando.) -Adiós, amiga mía. Nunca olvidaré...

D.ª INÉS. -Sé dichosa. Adiós.

MAYORAL. -Vamos, vamos, que es tarde. (La desprende de los brazos de DOÑA INÉS y la ayuda a subir. Cierra la portezuela. Dan las cinco. Estalla el látigo: la diligencia parte.)

D.ª INÉS. -¡Adiós, hija mía! ¡El cielo te colme de bendiciones! ¡Pobrecilla, pobrecilla! ¡Ha sido preciso! ¡Yo la amaba tanto!... Apenas puedo tenerme en pie. (Se sienta.)