Adiós, golondrina...

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ADIÓS, GOLONDRINA...


F

eliz golondrina, que en rápido vuelo

te vas lejos, lejos... a clima mejor,
ayer ¡cuántos goces te diera este suelo
y hoy tú lo abandonas tal vez sin dolor!

Fué corta tu estancia ¡oh alada viajera!
y quieres ya a ignotas regiones volver
donde acaso el nido que tu vuelta espera
pasadas venturas te torne a ofrecer.

En breve las hojas del árbol cayendo
harán gruesa alfombra del tronco en redor;
mas tú no lo sientes: los aires hendiendo
te alejas en busca de fronda y calor.

¡Si vieras qué malo de otoño es el viento!
Arranca las hojas y rompe después
las ramas del árbol que fueron tu asiento;
mas... tú cosas tristes no sabes ni ves!

¡Feliz tú que puedes cruzando remotas
alturas, regiones ya tristes dejar!
A mi me lo impiden mis alas ¡ay! rotas,
por eso mis quejas oyes al pasar.

Ya el cielo de nubes opacas se cubre.
¿Te vas?... Tú no quieres de penas saber...
¡Adiós, dulce amiga! No olvides que octubre
calor aquí y flores hará renacer;

y el árbol, contento de verse en retoño,
habré ya olvidado las penas que a mí
me cuenta en los pálidos días de otoño
y sólo alegrías tendré para ti.

Los días se enfrían; se fué ya el verano.
¡Feliz tú que puedes volar de él en pos!
¡Adiós, golondrina! Regresa temprano.
No olvides cuán triste me dejas... ¡Adiós!