Al pueblo trabajador y en especial a los militantes de Falange Española de las J.O.N.S.

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AL PUEBLO TRABAJADOR
Y EN ESPECIAL A LOS MILITANTES DE FALANGE ESPAÑOLA DE LAS J. O. N. S.



 Llegó a manos de este Consejo Directivo una hoja clandestina que ha sido distribuida en la calle. Tiene unas características tan acusadas de ser hija de un agente provocador, que nos resistimos a creer procediera de F. E. y, antes de contestar, nos hemos visto precisados a investigar su procedencia. Sin ningún género de dudas, sabemos que es perfectamente auténtica. Procede de F. E. y responde de su contenido, como es natural, el jefe de la citada organización, el Excelentísimo Sr. Marqués de Estella.

 No esperábamos tal agresión por la espalda. Lo decimos con entera franqueza. Esta réplica la dirigimos al señor marqués. No sería justo responsabilizar de este acto a los militantes de F. E., pues nos consta, el disgusto y sorpresa que ha causado en los afiliados.

 La hoja-manifiesto se halla saturada de confusionismo, ya que, como es costumbre en el jefe, baraja lo nacional con lo sindicalista. Es indudable que este muchcacho, o no sabe lo que es lo uno, o lo que es lo otro... y, pudiera ocurrir, que ignorase el auténtico sentido de ambas palabras. Nace esta sospecha de los conceptos vertidos en la hoja. Revelan tal ignorancia: se pretende una especulación tan estúpida y pueril, hay una dosis tal de oportunismo infantil, que sólo puede nacer de quien, como el señor marqués haya ingerido un coktail liberal-marxista-sereliano con gotas de fascismo adulterado. Una droga así, ha sido capaz de subírsele a la cabeza y le ha hecho perder la noción del sitio de donde viene y el sitio a donde va...

 En otro caso, ¿cómo podrían escribirse estas palabras?:


 “...Tal vez lleguemos a encontrarnos frente a frente con vosotros; pero sabedlo bien: siempre en lucha leal, nunca como [asesinos] asalariados, como pistoleros a sueldo...”

 “...vosotros que constituís la médula, la entraña de España...”


 Tales palabras van dirigidas de un modo especial a los militantes de la C. N. T. y de la F. A. I.

 ¡Cómo no asombrarse!... ¡Cómo no dudar de que el manifiesto haya sido escrito por el señor Marqués de Estella!

 Sabíamos la dificultad que tendría este señor —por la altura de su cuna— para acercarse a estudiar lo que es la C. N. T. y la F. A. I.; pero no creíamos nunca que rayara hasta tal punto su ignorancia. Este hombre sabe de la citada organización sindical y específica lo que buenamente le han querido contar “La Libertad” y el “Heraldo”, sin duda sus dos únicas fuentes de estudio.

 Sepa el novel jefe, que la C. N. T. y la F. A. I. no son la médula y la entraña de España. Las cifras de sindicales (cosa distinta a sindicalistas) que la C. N. T. ha encuadrado, hasta pasar el millón, no deben inducirle a creer que el anarco-sindicalismo tiene nada de racial y de medular, ni nada de nacional, ni de español. Sólo puede incurrir en tamaña barbaridad quien tenga un concepto bárbaro, extranjero, de lo que es España. Y, además, no conozca —como usted—, las ideas, las organizaciones, los hechos, la trayectoria y los hombres de la C. N. T. y la F. A. I.

 Que le conste, Excmo. Señor, metido a aprendiz de sindicalista: ese millón y pico de trabajadores que la C. N. T. ha dirigido, alguna vez, sólo ha sido una grey manejada a trallazos de Star por los asesinos asalariados de los grupos específicos para hacerse pagar “salarios de ministro” y, lo que ha sido más trágico, para lanzar esa inmensa mole de proletariado al aplastamiento de la Economía Nacional, al asesinato, al sabotaje... ¿y todo para qué?

 Para derrumbar al Estado. Para debilitar a España que pierde su vida y sus pulsos por la sangría anárquica interminable y atroz...

 Así cumple la C. N. T. su destino de TRAICION A ESPAÑA. Así se lo impone su mimético mando masónico. Así ayuda el Estado Mayor masónico a los Estados extranjeros, afiliados a la Masonería Internacional.

 ¡Y España se arruina! Consume su riqueza estérilmente. Y sin riqueza nunca tendrá ejército, ni Marina, ni Aviación.

 ¡Y la soberanía de España es un mito!

 ¡Y su independencia una mentira!

 Esto es lo que persigue la C. N. T., señor marqués, aun cuando vuestro infantilismo congénito no lo pueda intuir siquiera.

 Os lo repetimos, la C. N. T. sólo es un rebaño, metido en el redil anárquico por el terror de unos cientos de hombres. No os despiste el tener noticia de que este fenómeno es propio y singular de España por no darse en otras naciones. El fenómeno puede darse en España y en otros países no: pero es por una razón sencillísima; en otras naciones hay Estado y en España no. Sólo en esta España de hoy, anárquica, sin Estado, pueden vivir esos anarquistas e imponer su tiranía salvaje sobre el proletariado inerme e indefenso... Es tan propio de nuestro temperamento y de nuestra idiosincrasia el anarco-sindicalismo que los cuadros de la C. N. T. han tenido que “ejecutar” un número infinitamente mayor de trabajadores que de patronos para imponer su autoridad. Es un hecho demostrado por estadísticas(1). ¿No lo sabía el señor marqués?

 Cuando hay Estado, esos cientos de alimañas de la F. A. I., esos cientos de hombres que han renegado de su Dios y de su Patria, huyen o se esconden... ¡Y ya no manejan esa inmensa masa del proletariado español! Por la sencilla razón de que HAY ESTADO.

 Sólo una vez ha habido Estado en España. Y rigiéndolo vuestro padre, el inolvidable General Primo de Rivera.

 —¿Dónde estaba entonces la Confederación Nacional del Trabajo?... ¿Queréis decirlo?

 La C. N. T. había muerto el mismo 13 de septiembre; había muerto en el mismo instante que nació el Estado. Murió en el instante que el terrorismo anarquista fué imposible y los obreros, sin temor a ser asesinados, se negaron a cotizar... Sabedlo ya de una vez: el terrorismo y la cotización son la médula y la entraña de la C. N. T.

 A los que sabemos esto, es ridículo venirnos a descubrir el sindicalismo como algo nacional inventando ese nacional-sindicalismo. ¡Más originalidad!... Ese sindicalismo racial, nacional, ibérico, etc. etc., lo inventó un conocido estafador, Salvador Casanovas (a) Nini... Y querer servirlo ahora como algo inédito, con casaca de marqués, es una broma de mal gusto. ¡Camelos no!

 La hoja termina con las siguientes líneas:


 “Falange Española de las J. O. N. S. declara solemnemente: que nunca ha tenido, ni tiene, ni tendrá relación alguna con los antiguos Sindicatos Libres, ni con los que hoy se quieren formar con el mismo espíritu y táctica.”

 “Que si las circunstancias hiciesen que volvieran a implantarse los nefastos procedimientos de lucha que todos conocemos los Sindicatos de Falange Española los combatirán al lado de las restantes organizaciones revolucionarias obreras”.


 Nada tenemos que oponer al primer párrafo. Efectivamente, los Sindicatos Libres nunca han tenido, ni tienen, ni tendrán relación alguna con Falange Española.

 ¿Está ya contento el señor marqués?

 Hasta ahora, sí creíamos tener una relación con Falange Española. No una relación orgánica ni personal: es demasiada la distancia que existe entre nosotros, pobres obreros, y el excelentísimo señor marqués. ¡Aún hay clases! La relación que creíamos tener era meramente objetiva. Suponíamos que algún día, podríamos encontrarnos en el mismo lado de la barricada frente al separatismo, frente al marxismo, frente al anarquismo, porque estimamos que estas fuerzas traicionan siempre a España. Por esta sola razón no le permitimos a usted, por muy marqués que sea, dudar que siempre estamos frente a la Anti-España. Por ser españoles. ¡Tan españoles como dice ser usted!

 Ahora vemos nuestro error. Ni esa relación objetiva podemos tener con Falange Española. Bien claro lo dice el señor marqués:

 Los Sindicatos de Falange Española combatirán al lado de las restantes organizaciones revolucionarias obreras.

 ¡Contra nosotros!

 ¿Qué es lo que conduce al señor marqués a tamaña aberración?

 El lo justifica con estas palabras: “Si las circunstancias hiciesen que volvieran a implantarse los nefastos procedimientos de lucha que todos conocemos...”

 Y usted, jefe de F. E., dice que si volvieran... ¿Pero es que esos procedimientos se han ido alguna vez?...

 Que se lo digan a Vd. los TREINTA MUERTOS de Falange... ¿Cómo cayeron?...

 Cayeron por los mismos procedimientos que cientos de nuestros hermanos... ¡Asesinados! ¡Cobardemente asesinados!

 No tienen que volver aquellos procedimientos. Han sido víctimas de ellos treinta mártires de España que militaban en vuestras filas... Igual, exactamente igual, que cientos de nuestros heroicos trabajadores. Igual, exactamente igual, que 600 patronos rebeldes a la tiranía sindical. Igual, exactamente igual que infinidad de ciudadanos que se han resistido a dejarse atracar...

 No os ponéis enfrente de tales procedimientos... ¡Y así os lo mandan vuestros jóvenes que se pudren en la tumba!

 ¡No queréis!... Os parece más justo atacarnos. Poneros enfrente de nuestros procedimientos... “que todos conocéis”, según dice.

 Usted, señor marqués, sabe que de nuestros procedimientos igual que de sindicalismo y de tantas otras cosas: lo que le han contado los liberales y liberaloides; lo que le han dicho sus antiguos compañeros de la F. U. E., lo que le han soplado al oído sus simpáticos socialistas y faístas... ¡Artículo de fe!... Se ha tragado como un estúpido todo el folletín anarco-marxista-republicano... ¡Y se ha quedado tan fresco! Y, mientras tanto, esos mismos “cuentistas”, le asesinaban sus mejores hombres.

 Escuche un momento lo que eran y son nuestros procedimientos:

 Hace años, unos cuantos hombres ¡HOMBRES!, nos rebelamos contra la tiranía y el antipatriotismo del Unico en Barcelona. Pronto cayeron algunos de los nuestros... Esperamos que el Estado castigase a los asesinos; pero ¡oh sorpresa!... nos convencimos de que no había Estado. Ante esta realidad, ¿qué hacer?... ¿Conformarnos con llevar a la tumba de nuestros hermanos unas flores?... ¿Declamar una oración fúnebre sobre los féretros?... ¿Esperar cobardemente que nos llegara la hora de morir?...

 ¡No!... Sencillamente, modestamente... hicimos las veces del Estado ausente. ¡Hicimos justicia!

 ¿Cómo?... Como se hace en la guerra. ¡Sin jueces ni togas... ¡Sin policía y sin guardia civil!... Nosotros —como los militares— éramos jueces, policías, ejecutores...

 Cuando hubo Estado —durante aquellos seis años dignos— dejamos íntegramente al Estado su misión de Justicia. ¿Quién nos puede acusar de ningún hecho en esos años?... ¡Usted, señor marqués, menos que nadie! Si lo hiciera, además de mentir como un villano, acusaría a su propio padre de cómplice o encubridor.

 Se derrumbó el Estado español el 14 de abril. La desaparición del Estado nos costó en sólo tres días DIEZ Y SIETE MUERTOS... que aun claman justicia... ¡Y LA TENDRAN!

 Esa es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

 Y ahora os decimos, señor marqués:

 SI NOS VUELVEN A ASESINAR UNO SOLO DE NUESTROS CAMARADAS... VOLVEREMOS A EJECUTAR NUESTRA JUSTICIA.

 ¡Volverán a implantarse nuestros procedimientos!

 No nos detendrá el encontrar a Falange (que no lo creemos) ni a usted, abrazado a Prieto, “combatiendo al lado de las restantes organizaciones revolucionarias”... ¡AL LADO DE LOS ASESINOS DE LOS BRAVOS MILITANTES DE FALANGE!

 ¡NI USTED NI NADIE NOS IMPEDIRA VENGAR NUESTROS MUERTOS!

 Quédese para usted, señor marqués, la especulación oratoria y espectacular con sus propios muertos... ¡Que le piden venganza!

 Y nada más. Hemos dado demasiada importancia a las palabras del Marqués de Estella. Que no nos lo agradezca, no ha sido por él. Nuestras palabras tienen un fin más alto. Van a los militantes de Falange. Pretendemos demostrar a la luz de la verdad a tanto buen español (el mejor título) como milita en F. E. las verdaderas monstruosidades ideológicas a que les quiere llevar el neomarxismo, el liberalismo y la pirotecnia social-literatoide... amalgamados por un rencor inmenso contra todos los que no hemos podido ver en el marqués un Mussolini y un Hitler empalmados... ¡Eso es todo!

 Que se nos dispense; pero no podemos creerle “Fuhrer”. Aparte de otras muchas razones, por una capital: Hemos advertido en él un síntoma psico-patológico muy grave

 Este pobre “duce” de José Antonio, se come ferozmente las uñas.

 Y así no puede ser.

  Por la Confederación Nacional de Sindicatos Libres de España.

   El Consejo Directivo.

 

(1) “Los Atentados Sociales en España”, de José M.ª Farré.

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