Alabanzas de mi Francisca
Yo te cantaré sobre cuerdas nuevas,
¡oh, mi pequeña corza que te complaces
en la soledad de mi corazón!
Que te engalanen las guirnaldas,
¡oh, mujer delicada
que de los pecados nos redimes!
Como de un bienhechor Leteo,
yo extraeré besos tuyos,
que están impregnados de amor.
Cuando la tempestad de los vicios
turbaba todos los caminos,
tú apareciste, Deidad,
como estrella salvadora
en los naufragios amargos...
—¡Yo ofrendaré mi corazón en tus altares!
Piscina desbordante de virtud,
fuente eterna de Juvencio,
¡vuélveles la voz a mis labios mudos!
Lo que era vil, tú lo has quemado;
ruda, tú lo has allanado,
débil, tú lo has afirmado.
En el hambre mi albergue,
en la noche mi lámpara,
guíame siempre como es debido.
Agrega ahora fuerzas a mis fuerzas.
¡Dulce baño perfumado
por los más suaves aromas!
Brilla alrededor de mis riñones
¡oh, cinturón de castidad,
templado en agua seráfica!
Patera centelleante de gemas,
pan realzado de sal, manjar delicado,
vino divino, ¡Francisca!