Aniversario (Guerrero)

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​Aniversario​ de Práxedis G. Guerrero


Un año más y hará centuria que una apopeya de redención se inició con la brava desobediencia de un viejo visionario, de un utopista que agrupó alrededor de su estandarte de rebeldes, a los humildes, a los explotados de 1810.

Presto será el Centenario de aquel acto ilegal.

El aniversario de 1810 saluda a las generaciones actuales con un formidable apóstrofe.

Una interrogación inmensa surge en el horizonte mexicano, cual si fuera flamígero cometa aproximándose a nosotros en carrera desenfrenada.

1810 acusa; 1810 interroga.

¿Que respondéis, mexicanos?

La obra de los descamisados de entonces, en vez de progresar se ha ahogado en la apatía y el miedo de sus descendientes. México ha regresádose en ferrocarril más allá de donde partió a pie desnudo.

La celebración suena profundamente irónica.

Vivimos bajo la zarpa del raposo del Norte, se respira apenas temiendo provocar el enojo de un déspota senil; la autonomía y la libertad son para el pueblo de México dos miserables paradojas, y así se piensa en fiestas conmemorativas de hechos que fueron dignos y gloriosos.

Los esclavos dirigidos por sus cómitres cantan epinicios a la libertad que han renunciado y a la bravura que han cambiado por la mansedumbre.

Palabreria, humo, genuflexiones, tal es lo que el ritual del momento histórico que enfrentamos prescribe para los entusiasmos de los que se alimentan de ilusiones, y también para los enterradores de la raza mexicana.

¿El sol del Centenario, quemará los lomos de un rebaño o besará la frente altiva de un pueblo? ...

Contestad, mexicanos; aún es hora de lavar nuestros harapos para que brillen a la primera luz del Centenario del esfuerzo libertador de 1810.

Práxedis G. Guerrero

Punto Rojo, N° 4, del 16 de Septiembre de 1909. El Paso, Texas.