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Atalaya de la vida humana/Elogio

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Atalaya de la vida humana
de Mateo Alemán
Elogio

Elogio

El alférez Luis de Valdés a Mateo Alemán

Elogio


Como si no fuesen hermanas las armas y las letras, así me querrá decir algún bachiller que siga la milicia y deje los elogios, pareciéndole negocio muy diferente. Pues ya le podría señalar no uno, pero Césares muchos y tan diestros en las letras, como bien disciplinados en las armas. Y para quitarles la ocasión, que no digan me adelanto en usurpar oficio de orador, teniéndome por demasiadamente atrevido, me iré apartando de su peligroso estilo, adular y ostentar, acogiéndome a lo seguro de mis trincheas en referir la verdad, tan propio en un soldado como la espada y el coselete. Seré un eco, ya que no cronista, de lo que vi, oí, traté y supe, dondequiera que me hallé, que ha sido en muchas y diferentes naciones. Cumpliré con mi deseo sin poder ser calumniado, hallándome para mí desinteresado y libre; que siempre amor, interés o miedo corrompieron la justicia. Mas como sea tan justo premiarse los trabajos, animando a los virtuosos con un grito siquiera, como en la guerra, dándole por paga un agradecimiento, que siendo verdadero es un verdadero tesoro, he querido, viendo tan dormidos a tantos, tomar la pluma por ellos, aunque menos obligado al común parecer, en razón de mi profesión; mas al mío, ninguno me la gana.

Todos le somos deudores y justamente merece de todos dignas alabanzas, pues lo conocemos por el primero que hasta hoy con estilo semejante ha sabido descomulgar los vicios con tal suavidad y blandura, que siendo para ellos un áspid ponzoñoso, en dulce sueño les quita la vida. Ofrecer píldoras de acíbar para descargar la cabeza, muchos médicos lo hacen, y pocos o ningún enfermo han gustado de mascarla ni tocarla con la lengua y adulzarla de modo que, poniendo deseos de comerla, causando general golosina, sólo Mateo Alemán le halló el punto, enseñando sus obras cómo sepamos gobernar las nuestras, no con pequeño daño de su salud y hacienda, consumiéndolo en estudios. Y podremos decir dél no haber soldado más pobre, ánimo más rico ni vida más inquieta con trabajos que la suya, por haber estimado en más filosofar pobremente, que interesar adulando. Y como sabemos dejó de su voluntad la Casa Real, donde sirvió casi veinte años, los mejores de su edad, oficio de Contador de resultas de su Majestad el rey Felipe II, que está en gloria, y en otros muchos muy graves negocios y visitas que se le cometieron, de que siempre dio toda buena satisfación, procediendo con tanta rectitud, que llegó a quedar de manera pobre que, no pudiendo continuar sus servicios con tanta necesidad, se retrujo a menos ostentación y obligaciones.
Empero, si por aquí careció de bienes de fortuna, no le faltan dotes en el alma, que son de mucho mayor estimación y precio, y ninguno podrá preciarse de más glorias. Oigan las lenguas de los hombres y las verán pregonar sus alabanzas, no menos en España, donde no es pequeña maravilla consentir profeta de su nación, mas en toda Italia, Francia, Flandes y Alemania, de que puedo deponer de oídas y vista juntamente, y que jamás oí mentar su nombre sin grandioso epítecto, hasta llamarle muchos «el español divino». ¿Quién como él en menos de tres años y en sus días vio sus obras traducidas en tan varias lenguas, que, como las cartillas en Castilla, corren sus libros por Italia y Francia? ¿Qué autor escribió, que al tiempo y cuando quiso sacar sus trabajos a luz, apenas habían salido del vientre de la emprenta, cuando -como dicen- entre las manos de la comadre no quedasen ahogadas y muertas? Y las que salieron vivas, que alcanzaron a gozar de alguna vida, ¿cuáles, como las de nuestro autor, salieron con tan ligeras alas, que hiriendo las de la fama la hiciesen volar con tal velocidad por todo el mundo, sin dejar tan remota provincia donde con ellas no hayan llegado y se les haya hecho famoso recebimiento? ¿De cuáles obras en tan breve tiempo se vieron hechas tantas impresiones, que pasan de cincuenta mil cuerpos de libros los estampados y de veinte y seis impresiones las que han llegado a mi noticia que se le han hurtado, con que muchos han enriquecido, dejando a su dueño pobre? ¿A quién, sino para él, halló cerradas las puertas la murmuración, o quién supo tan bien hacer huir la malicia?

Si esto es así o si para las evidentes matemáticas es necesaria prueba de testigos, dígalo el mejor del mundo, la universidad insigne de Salamanca, donde celebrándolo allí los mejores ingenios della, les oí a muchos que, como a su Demóstenes los griegos y a Cicerón los latinos, puede la lengua castellana tener a Mateo Alemán por príncipe de su elocuencia, por haberla escrito tan casta y diestramente con tantas elegancias y frasis. Bien lo sintió ser así un religioso agustino, tan discreto como docto, que sustentó en aquella universidad, en un acto público, no haber salido a luz libro profano de mayor provecho y gusto hasta entonces, que la primera parte deste libro.

Testifica esta verdad el valenciano que, negando su nombre, se fingió Mateo Luján, por asimilarse a Mateo Alemán. Y aunque lo pudo hacer en el nombre y patria, en las obras no le fue posible, sin que se descubriese su malicia y haberlo hecho movido de codicia del interés que se le pudo seguir: no sería poco, pues en el mismo año que salió lo compré yo en Flandes impreso en Castilla, creyendo ser ligítimo, hasta que, a poco leído, mostró las orejas fuera del pellejo y fue conocido.

Dejemos esto y dígase de los que, admirados de tanta profundidad, lo quisieron ahijar a diferentes padres tan doctos y supuestos tan graves, que anduvieron buscándole cada uno el de más vivo ingenio, más docto y de singular elocuencia, de quien tuvo concepto que pudiera hacer obra tan peregrina y admirable. Que todo arguye y cambia en mayor gloria de su verdadero autor.

Ya saldrán de su duda cuando hayan visto su San Antonio de Padua, que por voto que le hizo de componer su vida y milagros tardó tanto en sacar esta segunda parte. Verán cuán milagrosamente trató dellos, y aun se podía decir de milagro, pues yéndolo imprimiendo y faltando la materia, supe por cosa cierta que de anteanoche componía lo que se había de tirar en la jornada siguiente, por tener ocupación forzosa en que asistir el día necesariamente. Y en aquellas breves horas de la noche le vieron acudir a lo forzoso de sus negocios, a contar y escoger papel para dar a los impresores, a componer la materia para ellos y a otras cosas importantes a su persona y casa, que cualquiera destas ocupaciones pedían un hombre muy entero. Y lo que desta manera escribió, que fue todo el tercero libro -no obstante que todo él enteramente es en lo que más mostró el océano de su ingenio, pues en él hallarán un riquísimo tesoro de varias historias, moralizadas y escritas con su elegancia, que es con lo que más puedo encarecerlo-, es el esmalte que se descubre más en aquella joya, como lo dicen cuantos della pudieron alcanzar parte.

¿Qué diré, pues, agora desta segunda de su Guzmán de Alfarache y tiempo en que la compuso, que parece imposible, por apartarse de la que antes había hecho, por habérsela querido contrahacer con la relación que della tuvieron? Ésta dará testimonio de sí, enfrenando a los atrevidos que con tanta temeridad se quieren despeñar vanamente. Si todo lo dicho es verdad; si lo aprueban los doctos, no negándolo el vulgo; si lo confiesa el mundo, porque halla cada uno lo que su gusto le pide, que por tan dificultoso lo pinta Horacio; si debajo de nombre profano escribe tan divino, que puede servir a los malos de freno, a los buenos de espuelas, a los doctos de estudio, a los que no lo son de entretenimiento y, en general, es una escuela de fina política, ética y euconómica, gustosa y clara, para que como tal apetecida la busquen y lean, ¿qué le doy? ¿Qué hago en esto más de pagarle lo que tan justamente se le debe?

¡Oh Sevilla dichosa, que puedes entre tus muchas grandezas y como una de las mayores engrandecerte con tal hijo, cuyos trabajos y estudios indefesos, igualándose a los más aventajados de los latinos y griegos, han merecido que las naciones del universo, celebrando su nombre, con digno lauro le canten debidas alabanzas!

Al libro et al auctore, fatto da un suo amico

Sotto una bella et poetica fintione
con troppo ingegno e arte fabricata,
non manco degna d'esser celebrata,
che la Metamorphosis di Nasone,

            la vita scelerata d'un poltrone
vedrai con alto stil fabuleggiata,
acció che la virtù sia cercata,
lasciato il vitio, d'ogni mal cagione.

            Proccacia, come accorto uccelatore,
col battuto e pentito prigioniero
pigliar ogni cattivo il saggio auctore,

            le cui lodi cantara volontiero:
ma per lor moltitudine e splendore,
bisogna che le canti un altro Homero.


Fratris custodii lupi, lusitani, ordinis sanctissimae trinitatis, de libri utilitate

Sunt duo quae pariter virtus perfecta requirit:
Quod prave nunquam, quod bene semper agas.
Haec tibi si cupias ullo ne tempore desint,
Auctoris geminum perlege, lector, opus.
Antoni nunquam ponat tua dextera librum
Nec tibi Guzmani pagina displiceat.
Si referas divi mores, infanda prophani
Si scelera abiicias, omnia puncta feres.
Reddite Matthaeo grato pro munere grates,
Quo duce conspicuum fit pietatis iter.
Planius hoc fiet, postquam ex incudibus auctor
Sustulerit plenos utilitate libros.


Del mismo Soneto


La Vida de Guzmán, mozo perdido,
por Mateo Alemán historïada,
es una voz del cielo al mundo dada
que dice: «Huid de ser lo que éste ha sido.»
Señal es del peligro conocido
adonde fue la nave zozobrada,
con que la sirte queda señalada
por donde a tantos males ha venido.
El delicado estilo de su pluma
advierte en una vida picaresca
cuál deba ser la honesta, justa y buena.
Esta ficción es una breve suma,
que, aunque entretenimiento nos parezca,
de morales consejos está llena.

Ad Matthaeum Alemanum de suo Guzmano

tetrad)i/stixon [tetradístichon]

Ruy Fernández de Almada


Vilibus exemplis Pharii quid grandia caelant?
Planaque cur simulant abditiore typo?
Nempe vetant Sophiae mysteria prodere vulgo
Intimiusque animo pressa figura manet.
His ducibus, Guzmane, geris, ceu Proteus alter,
Plana sub obscuro, magna minore typo.
Ergo cum scite, Matqai=e [matthaîe], matqh/mata [mathémata] dones,
Te sibi ma/taion [mátaion] Hispalis alma canat.

Ioannis Riberii Lusitani ad auctorem

Encomiastichon

Laus, Matthaee, tibi superest post fata perennis,
Quam nullo minuet tempore tempus edax.
Orbe pererrato virtutem extenderce factis,
Pactum ingens, opus est Martis et artis opus.
Fortunam maior variam superare labore,
Herculeis maior viribus iste labor.
Maius opus, maior labor est coluisse Minervam:
Maior et ex proprio condere Marte libros.
Heroas decorare solent duo nomina, Mars, Ars:
Munera tu pariter Martis et Artis habes.
Mars dedit invictum, quo tendis ad ardua, pectus;
Excoluit mentem docta Minerva tuam.
Ingenii monumenta tui super aethera nota
Testantur larga praestita dona manu.
Multa Hispana canit Musa; atqui nullus Ibera
Dogmata pinxit adhuc fe/rteros e)n meqo)dw| [phérteros en methódo].

Testis hic est codex modico qui venditur aere:
Attalicas superant, quas dabit emptus, opes.
Cuius ab aspectu morsus compressit inanes.
Invidia, heu multis iniuriosa nimis.
Zoile, transverso calamo qui vulnera figis,
I procul; en contra numina bella paras?
Contra Mercurium, Phoebum contraque Minervam,
Mortalis poterit tela movere manus?
Quisquis avarus ades, redimis qui sanguine gemmas,
Gemma tibi parvo venditur aere, veni.
Hauris ab effossa pretiosa pericula terra:
Hic liber arcanas fundet et addet opes.
Decolor est dives, fulvo quod pallet in auro:
Non sunt divitiae delitiaeque simul.
At liber hic auri venis qui pulcher abundat,
Nunc tibi delitias divitiasque dabit.
Aureus hic certe gemma est pretiosa libellus;
Quis tenui gemmam respuas aere datam?

El licenciado Miguel de Cárdenas Calmaestra a Mateo Alemán

Soneto

Que entre las armas del heroico Aquiles
templen su lira el griego y mantüano,
y entone el verso el cordobés Lucano
para las disensiones más civiles;

que con sentencias graves y sutiles
alumbre al mundo el orador romano,
y entre la fértil pluma del toscano,
sabia Helicona, tu licor destiles,

hazaña es alta y mucha gallardía,
aunque los hizo fáciles y prestos
la ocasión, los sujetos y la historia.

Pero que de la humilde picardía
Mateo Alemán levante a todos éstos,
ejemplo es digno de immortal memoria.