Baladas españolas/La judía castellana
Anda, y anda, y anda, y anda,
porque el Señor se lo manda,
en pos del cristiano amante,
que su amorosa demanda
oye con fiero semblante.
ELLA
-Me llaman los judíos
flor entre abrojos,
y los pechos más fríos
queman mis ojos.
Mas yo te adoro, -buen castellano,
dáme tu mano, -toma mi fe.
¡Piedad imploró!- no mas rigores
y al Dios que adores- adoraré.
EL CRISTIANO
-Llevas en el vestido
señal bermeja,
que al fruto prohibido
tu amor semeja.
Yo soy cristiano- tú eres judía:
tu raza impía- maldita está.
¡Darte mi mano!- de tus amores
cogí las flores...- pésame, ya.
Y anda, y anda, y anda, y anda,
porque el Señor se lo manda,
muerto el color del semblante,
y desde el lecho demanda
así al desdeñoso amante.
ELLA
-Morir envilecida
por él me veo...
doy a un hijo la vida
que muerte creo.
Brisa galana- de mi lamento
lleva el acento pronto a mi amor.
Venga al Alcana - la vez postrera,
para que muera- yo sin dolor.
EL CRISTIANO
-¡Ir yo a la Judería
do escomulgada
tiene tu raza impía
su vil morada!
Baño cristiano,-cristiano techo,
cristiano lecho- no ha de adunar
al castellano- y a la judía;
si él la amó un día- fue torpe amar.
Y anda, y anda, y anda, y anda,
porque el Señor se lo manda,
y llora su niño hambriento,
y compasión y alimento
así la infeliz demanda:
ELLA
-¡Ay! que en mi pecho apenas
encuentras vida;
bebes, hijo, en mis venas
sangre podrida.
Mas no, la toledana- flor de este suelo
tendrá consuelo- para los dos.
Querida hermana- tu pecho, fío
que al hijo mío- salve por Dios.
LA TOLEDANA
-¡De mis pechos el jugo
pídesme artera!
al hijo del verdugo
mejor lo diera.
Mi ley lo dice:- «cristiana pura
»a tal criatura- no haga tal bien.»
¿Cómo, infelice,- que Dios maldijo,
al mundo un hijo- lanzas también?
Y anda, y anda, sin consuelo
como arista por el suelo,
muerto el hijo y el amor,
olvidada ya del cielo,
que así olvida su dolor.
ELLA
-¡Maldito y solitario
mi pueblo gime:
la sangre del Calvario
no le redime!...
De ti reniego- Castilla mía;
patria en Turquía- nos da Selim ...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mas oye luego- voz que le manda
andar... y anda...- y anda sin fin.