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Bien fue de acero y bronce aquel primero

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Bien fue de acero y bronce aquel primero
de Lope de Vega
Soneto 27
   Bien fue de acero y bronce aquel primero, 
que en cuatro tablas confió su vida
al mar, a un lienzo y a una cuerda asida,
y todo junto al viento lisonjero;

   ¿Quien no temió del Orïón severo
la espada en agua de la mar teñida,
el arca doble al Austro, y la ceñida
obtusa luna, de nublado fiero?

   El que fió mil vidas de una lengua
de imán tocada, al Ártico mirando,
y en líneas treinta y dos, tres mil mudanzas.

   pero más duro fue para su lengua,
quien puso (las que tienen contemplando)
en mar de una mujer sus esperanza[s].