Canciones Surianas/Claro-oscuro
LA TORMENTA.
¡Qué confuso rumor! ¡Qué algarabía
se escucha de la selva entre el ramaje!
Estalla el trueno con fragor salvaje
retumbando en la obscura serranía.
El relámpago azota la sombría
inmensidad del lúgubre paisaje,
y el huracán sus gritos de coraje
mezcla á la desacorde sinfonía.
¡Qué fúnebre concierto! ¡Qué estridentes
notas! ¡Oh Dios! la tempestad se hizo:
derriba troncos, vuelca los torrentes....
¡Mirad: el cielo, cual cristal plomizo,
llorando se desgrana en transparentes
lágrimas congeladas de granizo!
DESPUÉS DE LA TORMENTA.
¡La tempestad pasó! ¡Todo fué breve!
Finge la lluvia gotas de rocío
sobre el verde gramal, y turbio el río
dentro su cauce, bramador se mueve.
Se disipa el nublado; viento leve
sopla del monte, susurrante y frío;
sacúdese el corcel con noble brío
y el cisne esponja su plumón de nieve.
Al fin cesó la formidable guerra:
no fulgura el relámpago, ni el trueno
con su estallido de cañón aterra;
y—símbolo de paz—rasgando el seno
del firmamento azul, sobre la sierra
sonríe Iris límpido y sereno.