Cantemos lo Nuestro

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​Jícaras Tristes​ (1932) de Alfredo Espino
Cantemos lo Nuestro

¡Que encanto el de la vida, si los natales vientos
en sus ligeras alas traen ecos perdidos
de músicas de arroyos y música de nidos,
como mansos preludios de blandos instrumentos!

¡Que encanto el de la vida, si al amor del bohío,
y entre un intenso aroma de lirios y albahacas,
miramos los corrales donde mugen las vacas
y oímos las estrofas del murmurante río...!

El terruño es la fuente de las inspiraciones:
¡A qué buscar la dicha por suelos extranjeros,
si tenemos diciembres cuajados de luceros,
si tenemos octubres preñados de ilusiones!

No del Pagano Monte la musa inspiradora
desciende a las estancias de pálidos poetas:
es nuestra musa autóctona que habita en las glorietas
de púrpura y de nácar, donde muere la aurora.

Es nuestra indiana musa que, desde su cabaña,
desciende coronada de plumas de quetzales
a inspirarnos sencillos y tiernos madrigales,
olorosos a selva y a flores de montaña.

Vamos, pues, a soñar bajo tibios aleros
de naranjos en flor... cabe los manantiales:
octubre nos regala sus rosas y vesperales;
diciembre las miríadas de todos sus luceros.