Cardos y lirios/Dulce veneno
Dulce veneno
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¿Luego me dijo:? Aun cuando mi alma
anhele
la virtud y odie la maldad y el vicio,
ya ves, mi triste corazón se duele,
al contemplar el hondo precipicio
á donde el hado sin cesar me impele.
Con mi carga de amor y desconsuelo
voy á un próximo fin, paso entre paso,
rueda mi llanto hasta mojar el suelo
y miro dulcemente hacía mi ocaso
al ver la muda impavidez del cielo.
¡Ah, sí acortar pudiera a jornada!
Es tan dura y tan grande mi fatiga,
mi senda tan oscura y desolada,
¡que quisiera morir!... Hoy nada, nada
fuera de ti, mi corazón mitiga!
¡Y yo te estoy matando!... ¡Oh, sí! mis besos
¿te envenenan? en largo paroxismo
quedas tras tus eróticos excesos;
cuando en mi boca están tus labios presos,
¡tu boca está en la boca de un abismo!»
¿Yo exclamé: «Morir quieres? En el seno
tú, mi cabeza, al espirar, coloca;
¿y después? si es verdad que es un veneno
de tu boca la miel, yo también peno,
¡mátame con la miel que hay en tu boca!»
Colgóse entonces de mi cuello, hermosa,
transfigurada, y llena de ternura
puso en mi labio el suyo, hecho de rosa,
y en una tregua larga y silenciosa,
¡lloramos de dolor y de ventura!