Carta de Cabrera a Carlos VI desaconsejando el desembarco de San Carlos de la Rápita
Antes de tomar una decisión decisiva, ó más bien, ántes que llegue el momento supremo de lanzarnos en el movimiento proyectado, permitame V.M. recordarle lo que le prometí en París, para que nunca queden dudas, y á fin de que nos entendamos completamente. Mi palabra de honor á V.M. que estoy resuelto á cumplir fué, que con los elementos del general Ortega, una vez que se apoderara con sus tropas de Tortosa, hoy es Valencia, y pudiendo nosotros contar ademas con tres plazas fuertes para apoyar aquel movimiento, y darle así una fuerza moral que sin esta circunstancia no tendria en este caso, pero solo en este caso, prometia acompañar á V.M. y hacer cuanto estuviese de mi parte. Ahora bien, señor, V.M. debe tener en sus reales manos las pruebas de si esto es así ó no. En el primer caso, nada tengo que añadir ni quitar; pero si desgraciadamente fuese cierto lo que temo, es decir, que hasta el dia no se cuenta con las plazas; que nada se dice ya de los generales moderados que parecian querer secundar; que los comandantes generales nuestros se hallan en Madrid sin haber recibido dinero, ni menos contar con armas; que los miembros de la comision de aquella capital, léjos de estar acordes sobre la oportunidad del movimiento, se halla reducido su número en la actualidad á dos ó tres personas, segun carta que tengo de dicha comision; si todo esto digo, es cierto, como lo es el no haber tenido yo contestacíon de D. José Salamanca á la carta que le dirigí por Morales hace cerca de un mes, en esta hipótesis creo que los elementos, en vez de aumentar, disminuyen cada dia á medida que se van haciendo más necesarios. Por todo lo cual, suplico a V.M. tenga en consideracion estas razones por rozarse con un asunto que puede acarrear graves compromisos en caso de mal éxito; pues militarmente hablando, á mi modo de entender, el elemento del general Ortega, áun suponinedo que lograse embarcar sus tropas en Mallorca, y que éstas proclamasen a V.M. en Valencia, no es lo suficiente para dirigirse á Madrid sin pérdida de tiempo, porque en guerra civil nada hay que pensar. ¿Y cómo ha de suponer uno que con 4 ó 5.000 hombres, la mitad quintos, y á quienes se lleva, por decirlo así, sin que sepan adónde van, hemos de poder llegar á la capital, áun cuando se reuniesen algunos voluntarios en el camino?. Con ménos de 20 á 25.000 hombres me inclino á creer sería muy arriesgada semejante marcha; y por otra parte, si se diese tiempo al gobierno, éste siempre tiene muchos medios á su disposicion, podria hasta armar la guardia nacional y naturalmente dar tiempo á que se presentase O'Donnell, quien haria mucho más en estas circunstancias con el prestigio que se ganó en Marruecos. Ya supongo, señor, que V.M. con su buen criterio ha previsto todas estas dificultades, y creo que en todo caso aún es tiempo de no contraer más compromisos que el de presentarse en España siempre que allí haya los elementos que dejo indicados. Mi fidelidad hácia V.M., su mismo honor y existencia, y la parte que á los demas nos tocaria en una desgracia de esta naturaleza, es el único móvil que me hace recurrir á V.M. para que si lo tuviese á bien, se digne sacarme de la penosa incertidumbre en que me pone el silencio de unos, el temor de otros, y el desacuerdo que parece existir en la comision de Madrid en un asunto en el que todos, ó cuando ménos la mayoria, debiéramos estar persuadidos de que hay los elementos suficientes para obtener un buen resultado. Y deseando con vivas ansias una contestacion de V.M., me repito siempre su más adicto súbdito. A L.R.P. de V.M.
Ramon Cabrera
Londres 14 de Marzo de 1860.