Carta de Javiera Carrera a Pedro Díaz de Valdés (20 de mayo de 1810)

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Hoy domingo 20

Valdés mío amadísimo:

El dador de ésta, será el arriero Anasco que piensa hoy ponerse en esa villa. Tú lo llamas con el fin de que solo te ponga al pie de la cordillera, y él lleva orden mía para que no se separe de ti un punto, hasta dejarte de el otro lado porque sé es el mejor sujeto para tal empeño. Déjate en todo gobernar por él, que espero así no has de tener la menor novedad. Yo continúo en medio de tantas agitaciones, sin novedad; conozco esta es obra de la Providencia, y así ella cuidará de mi y de nuestros hijos, los que se mantienen tan famosos y contentos, desde que se levantan hasta la hora precisa de recogerse no se separan un punto de mi lado. Olvida, hijo, estos cuidados y sólo trata de tu conservación que tanto nos interesa. Te encargo de nuevo escribas en cuantas ocasiones se presenten. Por el correo irán las cartas que te tengo dicho.

Novedad muy reservada, para ti solo: anoche estuvo la tía Damiana a darme parte de que casa a Dolores con el hijo de Don Tomás Figueroa, Don Manuel el que tu conoces, es un hombre muy prendado y de excelente genio, no parece hijo de Figueroa. y se halla con más de 20 mil pesos suyos. Dios, sin duda, premia a Dolores, pues ésta posee una virtud sólida con muy buen talento. Ello es que este hombre no entra en su casa, y que cuando menos esperábamos, por manos de el confesor de la tía, hizo hablar. Esto está sólo fiado a mí, y se hará lunes o martes sin que nadie lo sepa hasta que estén con bendiciones, cosa que no le gustará a la tuerta ni otras personas porque se complacen en ver el mérito abatido.

Recibe expresiones de padre y todos los de casa, dándoselas tu a toda la comitiva, pero a mi Manuel en particular. Adiós, que la memoria de que nos va a separar mayores distancias no me deja arbitrio más que para con el Señor pedir incesantemente te dé mil años de vida, tu amante hasta la muerte.

Francisca Javiera.