Carta de José Miguel Carrera al Supremo Director del Estado Chileno (13 de marzo de 1817)
José Miguel Carrera al Supremo Director del Estado Chileno
13 de marzo de 1817
N- 2.- Excmo. señor:
Después del funesto acontecimiento de Rancagua no me abrió otro camino la suerte que el de pasar la cordillera con los destrozos del ejército, y los que a su abrigo quisieron emigrar. En este estado de infortunios, no me abandonó la esperanza de poder dar a los negocios otras existencia menos desgraciada. Puesto en la ciudad de Mendoza reclamé con todos mis esfuerzos la protección del supremo director del estado, y del gobernador de la provincia, a fin de alcanzar un auxilio que me pusiese en estado de abrir el teatro de la guerra en la provincia de Coquimbo, aún en libertad, y disputarle al enemigo sus ventajas. No quiso la suerte que hallasen acogida estas mis súplicas; por lo que el gobierno emigrado, para quien, como para mi, eran insoportables las vejaciones de la Patria, me ordenó pasase a los Estados Unidos en busca del socorro que exigía la marcha de las circunstancias. Salí de Buenos Aires el 9 de noviembre de 1815 y llegué a mi destino el 17 de enero del año siguiente, sin más protección que la que me daba la buena causa. Abiertas mis negociaciones yo dejo al juicio V. E. el estudio reflexivo que me sería necesario para dirigir mis proyectos, alejándolos de todos los obstáculos, y los pasos tan activos y multiplicados para darles un movimiento decisivo. La nobleza de alma de los señores Darcy y Didier, en unión con sus amigos, no dejaron frustrados mis conatos. La fuerza marítima, los auxilios militares, los oficiales y artesanos que pusieron bajo mis órdenes y cuyos estados acompaño, son buenos comprobantes de que tuvieron el feliz resultado que deseaban el pueblo chileno, los votos públicos y aún el interés general de la América del Sud. A nada menos se dirigía que a fomentar la insurrección de Chile, posesionarse de algunas provincias capaces de organizar un buen ejército y, por fin, a hacerse dueño del Pacífico. Me hice a la vela desde el puerto de Baltimore el 26 de noviembre de 1816 y arribé a éste el 9 del pasado febrero, con el triple objeto de reforzar la tripulación, examinar la situación política de Chile y combinar mis operaciones con el ejército de Mendoza, para que a pasos paralelos pudiésemos invadir al enemigo. Desgraciadamente supe que ya había pasado la cordillera el ejército de Mendoza, y que difícilmente podía ser su consorte en esta lucha gloriosa. Sin embargo, considerando que podían estar íntegras las fuerzas marítimas del enemigo para servir de apoyo a los puertos con quienes estuvieren en contacto, continué el disponer el buque para doblar el Cabo luego que estuviesen de arribada los otros que esperaba. En esta situación de cosas, y cuando había llegado ya la escuna “Davey”, me comunicó el supremo director del Estado su resolución definitiva de cortar el progreso de esta expedición, por temores que le asistían de que mi presncia perturbase el sosiego de aquel Estado.
Por sensible que me fuese ver en el mismo puerto naufragadas mis esperanzas, encontré en mí la docilidad de un alma que identifica con su propia existencia la felicidad de su Patria. Persuadido que es necesario ceder al imperio de las circunstancias, tomé desde luego mi partido de ponerlo todo, como lo hago, en consideración de V.E. para que determine lo que fuere de su superior beneplácito. Entre tanto, temiendo ver desecha o neutralizada la escuadrilla, no he omitido esforzar la persuasión a Fin de que éste señor director influya en el nombramiento de otra persona que ocupe mi lugar, o que a lo menos no se den patentes de corso a los buques sin la precisa cláusula de hacerlo en el Pacífico y la de tomar a Juan Fernández, para libertar a los que se hallan en la opresión. Por lo que corresponde a oficiales y artesanos he contraído mi solicitud a que busquen su destino por tierra, a que se me a contestado que marchan los segundos, y que los primeros serán empleados en Buenos Aires, Perú y Chile. De los barcos de la flotilla aún no han llegado el “Savage” y el “Regente”, pero vivo persuadido que estarán aquí en breve. La fragata “General Scott,, tocará la rada de Maldonado a fines de este mes o principios del entrante, según las cartas que he recibido de Baltimore en la escuna. Por su correspondiente estado verá V.E. que he formalizado dos contratas de armas y municiones, cuyos valores van en ellos detallados. Diferentes individuos han sido excitados por mí en nuestro auxilio, y no dudo que en lo sucesivo emprenderán expediciones que nos sean ventajosas. Por último, acompaño la contrata firmada por los oficiales y artesanos, cuyo contexto impondrá a V.E. de sus obligaciones. Dios guarde a V. E. muchos años.-
Buenos Aires, marzo 13 de 1817.- Excmo. señor.
José M. de Carrera.
Excmo. supremo director del Estado chileno.
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