Carta de Juan María Torres a José Hernández (23 de febrero de 1873)

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.



Vamos á publicar en seguida una carta del mismo Sr. Torres rehusando su aprobación al título de JUCIO CRITICO con que encabezamos su trabajo, y que él encuentra desmasiado pretensioso, limitándose á darle modestamente el de APRECIACIONES.

Nos permitiremos antes de hacerlo, decir dos palabras muy breves al respecto.

Como observa con muchísima propiedad el Sr. Torres, no siendo Martin Fierro una obra de arte, no pueden aplicársele sus reglas, y hacer á su respecto un juicio crítico literario.

Pero sus Apreciaciones han seguido otro rumbo, y han ido por consiguiente mas allá, penetrando profundamente en la índole y la intención del libro que examinaba; ha descubierto en él, con espíritu sagaz y fina observación, el sentimiento que comunica vida y movimiento á cada uno de los cuadros, que él mismo acaba de poner en relieve con tan exquisito pulso, y con observaciones de tal carácter y de tanto alcance; que lo que él llama modestamente APRECIACIONES, no es nada menos sino un JUICIO FILOSÓFICO SOCIAL, en que se ven mezcladas á cada paso, observaciones de un orden grave y elevado con reflexiones sugeridas por una serena cuanto profunda moralidad y animado todo él por un sentimiento vivo y delicado de la belleza y de la poesía.

El Sr. Torres le ha abierto á Martin Fierro, puertas donde sus formas incultas, no le daban el derecho de solicitar entrada.

El, en efecto, se sustrae á la crítica literaria. — Es el tipo de una raza.

Es el hijo de la naturaleza, como el Sr. Torres lo ha llamado; es el cantor del Desierto.

No tiene maestro, ni otra escuela que la de sus desgracias.

No tiene otra inspiración que la de sus propio afectos, y los ecos que brotan de su alma, son los trasportes de su alegría ó los ayes de su dolor, naturales, fáciles y espontáneos, no modelados por el arte, no empalidecidos por la ficción, ni avivados por el esfuerzo de su inteligencia.

Es inculto, es agreste, pero es real y verdadero.

Canta, porque nació cantor. — Es gaucho, y se ha entrado al Parnaso en potro.

Sin que estas líneas sirvan de respuesta al Sr. Torres, ni tengan mas objeto que emitir las breves observaciones que hemos consignado en ellas, nos complacemos en publicar su carta, á la cual hemos hecho referencia.

Es la siguiente:


Señor D. José Hernández,

Su casa, Febrero 23 de 1873.

Estimado señor y amigo:

He visto en La Patria que se dá el título de Juicio critico á las Apreciaciones que hice de su bella obra, Martin Fierro.

Permítame mi amigo, que rehuse mi aprobación á un título tan pretensioso pues no tiene base desde que esa obra por la especialidad de su carácter, no está ni puede estar sujeta á la crítica literaria.

Para que Martin Fierro pudiera ser objeto de crítica, era preciso que fuera una obra de arte, sujeta á sus reglas y por consiguiente á su aplicación —no siéndolo— no pueden aplicársele, luego no puede hacerse un juicio crítico sobre ella.

Martin Fierro es un gaucho verdadero, lejítimo, hijo puro de la naturaleza, que no sabe lo que es arte y ni aun conoce los elementos del idioma que habla; es el cantor inspirado del desierto que arroja al aire torrentes de poesía inculta, pero hermosa como la calandria ó el gilguero, sus trinos y gorgeos.

No pueden, pues, aplicársele los preceptos de un arte que no conoce, ni de una gramática que no ha estudiado. Lo mas que puede hacerse con él, es lo que yo hice, saborear sus bellezas: ir mas allá sería una pretensión absurda. Y es esto precisamente lo que constituye su mérito pues acaso tiene mas valor real, y mas bellezas poéticas, bajo el tosco lenguaje que emplea, que muchas obras que se dan por modelo de corrección y de arte.

Le agradeceré tenga á bien publicar ésta, á continuación del último trozo de mis Apreciaciones sobre Martin Fierro, como un correctivo al título de Juicio Crítico, con que aparecieron.